Ignacio Camacho-ABC
- El liderazgo de Feijóo sale de la crisis valenciana bastante malparado. El problema se le ha podrido entre las manos
El Partido Popular ha perdido un año en el empeño de sostener a Mazón, y en ese año se le ha escapado también el control del relato. A estas alturas parece difícil que pueda recuperarlo con la tardía dimisión del presidente valenciano, que debió producirse en el mismo instante en que se conoció su imperdonable ausencia en un trance dramático. Ahora la oposición allí, mucho más hábil y ventajista en el manejo de la propaganda, no se va a conformar con la pieza que ha cobrado; ha conseguido abrir una brecha al adversario y ese éxito la estimulará para proseguir el asalto. Pero además la crisis deja a Feijóo bastante malparado. El líder nacional de los populares dejó pudrir el problema, a la manera de Rajoy, y como es lógico se le ha gangrenado entre las manos. Ni siquiera ha podido dirigir la sucesión, permitiendo que la organización regional del partido se amotinase contra su liderazgo y revocara –o revolcara– la autoridad delegada de Miguel Tellado.
Luego está la deplorable gestión de los tiempos comunicativos. Al cabo de doce meses de dudas no había por lo visto mejor fecha para abordar el lío que el día en que el fiscal general de Sánchez –el posesivo es del propio jefe del Gobierno– comparecía en juicio. Error de menor cuantía pero muy significativo del estado de nervios que ha cundido en una cúpula directiva bloqueada desde el principio, incapaz de medir la temperatura real del ambiente político. La encerrona del ‘funeral’ por las víctimas de la dana era demasiado predecible para pillar desprevenido a cualquier lejano observador de los métodos del sanchismo, cuyas brigadas de choque llevan meses acosando a Mazón con gritos de «asesino». Nunca debió de llegar en ejercicio al aniversario de la tragedia… salvo que alguien quisiera darle el empujón definitivo por el procedimiento de abandonarlo ante el evidente peligro. Pero aunque así fuese también el momento habría estado mal elegido.
Consumada la renuncia, habrá que ver si queda en el PP inteligencia colectiva suficiente para pasar al contrataque y colocar al Ejecutivo central frente a sus responsabilidades, que van desde la clamorosa omisión de socorro a la falta de limpieza de los cauces y a la inexistencia de obras hidráulicas que acaso hubieran impedido o aminorado la catástrofe. Tarea difícil porque buena parte de la opinión pública ya ha señalado como único culpable al mandatario cesante, porque la izquierda ha olido la debilidad del rival y porque Vox, que tiene la llave del relevo, puede sentir la tentación de explotar sus buenas perspectivas electorales. Es lo que sucede cuando se demoran las decisiones importantes. Feijóo ha tropezado de nuevo en el territorio donde el gatillazo de 2023 comenzó a fraguarse. Todavía tiene cierto margen pero no está en condiciones de volver a llegar tarde. La política no espera a nadie ni suele conceder muchas segundas oportunidades.