Ramón Pérez-Maura-El Debate
  • Ya no se les puede hacer nada. Da igual lo que hagan. Ya no los pueden matar. Ésa es la principal característica del club de los muertos vivientes: no los puedes matar porque ya están muertos. Pero vivos. Nuestro futuro no puede tener peor pinta.

Todos sabemos que lo sucedido ayer con el anuncio por parte de Junts de que presentarán proyectos alternativos a todas las iniciativas legislativas del PSOE implica la muerte parlamentaria de este Gobierno. La agonía en la que tanto tiempo llevaba, al fin ha concluido. Ya no es necesario el paripé de que van a intentar sacar adelante tal o cual propuesta. El Congreso se ha ido a negro. Somos muchos los que tenemos en la memoria aquel 25 de octubre de 1995 en que los diputados de CiU derrotaron los Presupuestos Generales del Estado presentados por el Gobierno socialista de Felipe González.

González estaba muy debilitado por la corrupción que le rodeaba. Pero mucho menos de lo que en puridad lo está Pedro Sánchez. González estaba afectado por corrupción en las instituciones: el director general de la Guardia Civil, el gobernador del Banco de España, la directora del Boletín Oficial del Estado… Lo de Sánchez es mucho peor: la Fiscalía General del Estado en mi modesta opinión es, institucionalmente, mucho más importante que cualquiera de aquellas tres instituciones manchadas durante el felipismo. Pero es que, además, la corrupción afecta directamente a la familia del presidente: su mujer y su hermano. Por poner un ejemplo, ninguna de las prebendas de Begoña Gómez pudo darse al margen del presidente. Y el hermano que estaba residenciado en Elvas, Portugal, vivía en el palacio de la Moncloa. Es decir, hacía un fraude fiscal desde el domicilio del presidente. No creo que nadie piense que Felipe González apoyo de ninguna manera los tres grandes casos de corrupción de su Administración antes mencionados. En los tres de Sánchez es imposible creer que no contaran con su aquiescencia.

Así que, una vez más son los catalanes, entonces nacionalistas y hoy independentistas, quienes están indicando el camino de las urnas al presidente del Gobierno. Pero a diferencia de González, que tenía una cierta visión de España -de la que yo discrepaba radicalmente- Pedro Sánchez no tiene ninguna visión de nuestra patria. Hoy está en posiciones de extrema izquierda como podría haber estado en las contrarias si hubiera formado Gobierno con Ciudadanos. Otro éxito de Albert Rivera. El único objetivo político de Sánchez es mantenerse en la Moncloa al precio que sea.

Ya advirtió el todavía presidente del Gobierno meses atrás que gobernaría al margen del Parlamento. Así que a nadie puede pillar por sorpresa la aparente indiferencia con la que Sánchez y sus leales han recibido el anuncio de Junts. De lo que no estoy seguro es de si Sánchez se ha dado cuenta de que está políticamente muerto. Los políticos que no pueden legislar están muertos. Salvo que sean dictadores, a los que los parlamentos les producen erisipela.

Lo que no hay que olvidar es que mucho más peligroso que un poderoso político malherido es un político que se ha convertido en un muerto viviente. Esos son de otra categoría porque ya no se les puede hacer nada. Da igual lo que hagan. Ya no los pueden matar. Ésa es la principal característica del club de los muertos vivientes: no los puedes matar porque ya están muertos. Pero viven. Nuestro futuro no puede tener peor pinta.