Editorial-El Correo

Junts decretó ayer el bloqueo de la legislatura por la vía de enmendar a la totalidad todas las leyes en trámite, salvo tres ya consensuadas. Los independentistas que comanda Míriam Nogueras tuvieron que solemnizar que consuman la ruptura con Pedro Sánchez anticipada por Carles Puigdemont en Perpiñán el 27 de octubre.

Prueba inequívoca de que sus órdagos habían ido perdiendo verosimilitud y de que la estrategia gubernamental de negar la realidad del divorcio ha forzado a los posconvergentes a exhibir su peso decisivo en el Congreso. Entienden que les interesa soltar amarras de un pacto que no ejerce de dique frente al auge electoral de Aliança Catalana. Los vaivenes en el acuerdo sobre el que Sánchez cimentó la legislatura no pueden ocultar, en todo caso, que esta se ha vuelto intransitable.

El jefe del Ejecutivo ha alcanzado el ecuador del cuatrienio sin una estabilidad homologable. Que el partido de Puigdemont siga descartando apuntalar una moción de censura del PP, el seguro de vida político al que se aferra el Gobierno, no cambia el hecho de que carece de Presupuestos actualizados y se asoma al veto de una mayoría alternativa a todo su programa legislativo.