Editorial-El Correo
- La compra de la firma ferroviaria anunciada por el consorcio vasco que lidera Jainaga asegura empleos y el arraigo frente a la inquietud industrial
Talgo ha llegado a la estación definitiva casi nueve meses después con el anclaje deseado en Euskadi, y eso es una buena noticia en momentos de fuerte incertidumbre en el sector industrial. Apoyada por un amplio consenso político y social, la compra de la compañía ferroviaria, anunciada ayer por el consorcio vasco que encabeza el empresario José Antonio Jainaga, consolida el arraigo de la firma y asegura un notable número de empleos en la comunidad autónoma. Con 700 puestos directos en la factoría alavesa de Rivabellosa y hasta 5.000 indirectos y 400 proveedores a su cargo, el éxito de la operación supone el regreso de la sede de la empresa al País Vasco y la movilización para ello de importantes recursos públicos y privados en una inédita fórmula de financiación, que ha demostrado su valía para atraer inversiones y evitar las fugas empresariales.
El consorcio liderado por Jainaga y el Gobierno vasco, con el apoyo de dos de las fundaciones propietarias de Kutxabank -BBK y Vital-, ha permitido enganchar a la compañía a Euskadi al hacerse con su control mediante el desembolso conjunto de 156,6 millones al fondo inversor Trilantic, lo que representa el 29,7% de las acciones en su poder. No sólo se trataba de que Talgo estacionase definitivamente en casa, sino de espantar el riesgo de que emprendiera ruta hacia Polonia o India, que planteaban opas de adquisición. En esta misma operación, las antiguas cajas de ahorro de Bizkaia y Álava han aplicado un modelo de cooperación alejado de sus habituales fines sociales, mientras el Gobierno de España, a través de la Sepi, se ha involucrado con su escudo ‘antiopas’ y una línea de crédito que ultima para garantizar el futuro de la empresa ferroviaria.
La compra se produce en un momento de incertidumbre judicial para Jainaga, cabeza visible de la operación y presidente de Sidenor, en vísperas de su citación en la Audiencia Nacional. Prestará declaración el miércoles como investigado por la venta de acero a una compañía de armamento de Israel sin presuntamente haber realizado los trámites exigidos. Aunque sus compañeros de viaje en el consorcio vasco habían insistido en deslindar la ‘operación Talgo’ del expediente por supuestos delitos de contrabando y participación en genocidio, sería deseable que el empresario aclarase ante el juez todos los pormenores de la transacción como se ha comprometido a explicar «con el máximo nivel de detalle».