Jesús Cuadrado-Vozpópuli
- Sánchez ha impulsado una campaña de apoyo al indigenismo de pega del gobierno mexicano
En la Cumbre Celac-UE de Colombia, con la ausencia deliberada de los líderes europeos, Sánchez exhibe cercanía con los regímenes castro-chavistas iberoamericanos, a los que apoyan los cárteles del narco. ¿Liderando una coalición frente a EEUU contra el interés nacional? ¡Será mentecato! Ya antes, en agosto de 2024, Santos Cerdán, ahora en prisión, visitó México para firmar un acuerdo de “colaboración” del Psoe con el partido populista gobernante, Morena. Para poner las cosas en contexto, como diría el “doctor”, estos días el periodista de investigación mexicano Loret de Mola informaba sobre corruptelas de tres empresas relacionadas con la “trama Koldo” en obras del tren Maya. Del contexto, no ignorar la carta que en 2019 remitió el presidente López Obrador insultando a España y al Rey, al que exigía pedir perdón por la colonización. Para cerrar el círculo, Sánchez se aviene ahora a pedir disculpas y la actual presidenta Claudia Sheinbaum agradece el gesto como “un primer paso”.
Consignas de leyenda negra
¿Pedir perdón? ¿A quién y de qué? No se debería dedicar mucho tiempo al truco del indigenismo, uno más de los recursos políticos del wokismo. Se utiliza en México para disimular récords mundiales en homicidios y desapariciones, así como el control de regiones enteras por el narcoterrorismo, que no se podría entender sin las excelentes relaciones del régimen obradorista con los cárteles: “Abrazos, no balazos”. Obrador y Sheinbaum nunca se preocuparon por la situación penosa de los indígenas, primeras víctimas del crimen organizado. Afortunadamente, entre mexicanos y españoles, el camelo del indigenismo no cuela como demuestran los estudios de opinión. El problema es que en México y en España hay políticos que envenenan a la población con burdas consignas de la leyenda negra. No es ninguna novedad que aquí comunistas e independentistas se unan al aquelarre cada vez que se activa. Lo impactante es comprobar cómo el Psoe se ha unido a la fiesta del odio a España y al Rey. Si en 2019 Sánchez contestó a la carta ofensiva de Obrador como correspondía, ahora protagoniza otro de sus “cambios de opinión”. Ha impulsado desde Moncloa una campaña de apoyo al indigenismo de pega del gobierno mexicano y el activismo mediático sanchista está centrado en el mantra “fue un genocidio”. ¿Mestizaje impulsado por las leyes de la Corona y genocidio? No encaja. Esta demagogia analfabeta solo se explica cuando pones en la televisión pública “analistas” como un tal Miró o una tal Santaolalla y evitas recurrir a historiadores como Elvira Roca Barea (Imperofobia y leyenda negra) o José Varela Ortega (España. Un relato de grandeza y odio). ¡Pobre país!
Iglesias en Chiapas
Para dibujar la trazabilidad de los hispanófobos españoles es útil seguir la pista de Pablo Iglesias en la catequesis del indigenismo en Chiapas en los 90, oficiada por el famoso Subcomandante Marcos, el chamán revolucionario de los neozapatistas. El podemita formado en las aulas de Políticas de la Complutense –“nuestra facultad es de izquierdas”- se especializó en México en indigenismo y sobre todo en nuevas técnicas de propaganda televisiva. Lo explica con detalle Carlos Granés en su interesante Delirio americano. Iglesias captó en la sierra mexicana las bondades de la política performática, el uso de los medios de comunicación para vender mercancía ideológica de contrabando. Participó en lo que Granés denomina “latinoamericanización” de Europa y España y enseñó el camino a otros, incluidos unos cuantos sanchistas dedicados a hacer las Américas.
Entre los muchos indigenistas de pega está, cómo no, Ada Colau. En un encuentro con los morenistas en México, coincidiendo con la carta contra el Rey, buscó el aplauso con un “pido disculpas (por el genocidio) como activista social y alcaldesa”. Pero ¿de qué hablan estos tipos? Cuando se independiza México en 1821, a su capital solo se le podían equiparar en grandeza París o Londres; ninguna universidad del vecino del Norte se acercaba en calidad a las mexicanas; y aún formaban parte de México: California con su oro, Tejas con su petróleo, y el 60% del territorio que perderían los nuevos dirigentes. ¿Avergonzarnos de nuestra historia? Eso poco importa a izquierdistas y secesionistas obsesionados con destruir cualquier narrativa útil para cohesionar la nación española. Con estos va de la mano hoy el Partido Socialista. ¡Cuanta felonía!