Manuel Marín-Vozpópuli
- Me pregunto por qué Sánchez necesita repetir de modo enfermizo que no habrá elecciones. Miente tanto que se puede empezar a pensar en un adelanto
Reconozco que no tenía la menor idea de lo que es la ecolalia, pero resulta ser una afección que aqueja a personas capaces de repetir continuamente las mismas expresiones, bien porque las tienen dentro rondando constantemente la cabeza, bien porque se las escuchan a otros. Según la RAE, es una “perturbación del lenguaje que consiste en repetir el enfermo involuntariamente una palabra o frase que acaba de pronunciar él mismo u otra persona en su presencia”. Denota un trastorno compulsivo, casi obsesivo, y entre su tipología existe la llamada ecolalia diferida, que se produce cuando la persona repite palabras o frases después de un período de tiempo, que puede ser minutos, horas, o incluso días más tarde. Lo cierto es que llevo tiempo preguntándome qué puede llevar al presidente del Gobierno a repetir sistemáticamente, día sí y día no, que agotará la legislatura, que habrá elecciones generales en 2027, no antes, y que será el candidato. En los últimos días lo ha hecho varias veces. En Europa, en la entrevista que publicó ‘El País’ en la que Sánchez aprovechó para su dosis semanal de ‘lawfare’ contra el Tribunal Supremo, y también el miércoles, en el Congreso. ¿Por qué esa insistencia martilleante?
Como mero ejercicio de entretenimiento consulté a una de esas inteligencias artificiales que ahora se regalan como antes los periódicos regalaban vajillas. Y responde esto cuando se le pregunta si alguien que repite muchas veces una misma expresión demuestra seguridad en sí mismo: “Una persona segura de sí misma se muestra capaz y no duda de sus habilidades, pero la repetición constante puede ser un síntoma de ansiedad o de una necesidad de control, especialmente si se acompaña de un pensamiento rumiante y repetitivo”. Puede valer para el caso.
Me pregunto el porqué de esa obsesión enfermiza de reiterar que no habrá elecciones cuando su voz carece ya de valor creíble y cuando cada una de sus palabras es una estafa premeditada y alevosa. Demasiadas veces ha demostrado decir lo contrario de lo que piensa y hacer lo contrario de lo que dice. Sánchez nunca midió los tiempos en términos políticos sino personales. Pero eso no es nuevo. El ejemplo de la amnistía es paradigmático.
Primera premisa. Año 2022. Sánchez, Calvo, Illa, Campo… todos afirman taxativamente que la amnistía es inviable, inconstitucional e ilegal. Segunda premisa. 2023. Hacen falta siete votos de Junts para gobernar. Tercera premisa. Hay que crear el relato de que la amnistía puede ser legal, y la autoamnistía también, ¿por qué no? Cuarta premisa. 2024. Basta con un vuelco opinativo y una ley aprobada en el Parlamento y ya entonces todo es legal. Quinta premisa. 2025. Euforia orgásmica en el Gobierno porque el abogado general de la UE sostenga que es legal hoy lo mismo que para el PSOE y para cualquiera era ilegal ayer. Primera conclusión. O Sánchez mentía antes o miente ahora. En cualquiera de los dos casos nuestra democracia se asienta sobre la voluntad de un mentiroso. Segunda conclusión. Con amigos como Europa, para qué necesita enemigos la democracia española. Y tercera conclusión. Alguien toma por idiota a alguien. Basta un simple ejercicio de ecolalia compulsiva, basta un Parlamento que se traiciona a sí mismo con idéntica obsesión enfermiza, y basta una Europa incapaz de defender la democracia de agresiones autoinfligidas para que lo azul sea rojo y lo rojo sea azul sin más razón que la voluntad personal de un resiliente obsesivo frente a la lógica que él mismo había impuesto. El Tribunal europeo decidirá al respecto porque no todo está aún sentenciado, pero la coartada para que Europa zurre la badana de nuestra democracia, como hizo con la euroorden, con lo etarras o con la doctrina Parot, ya está escrita.
Hacer pronósticos homogéneos, regulares y concluyentes con un ciclotímico de libro como Sánchez es inviable. No responde a ninguno de los cánones clásicos de la política. Es imprevisible, inmanejable. Ha convertido en un guiñapo a Puigdemont, que parece no haberse dado cuenta aún de que es ya un objeto inservible. Sánchez seguirá con él o sin él porque ya es irrelevante. Si acaso, podrá aspirar a ir de número dos de Sílvia Orriols por Palafrugell o así. Que Junts llame cínico a Sánchez es un oxímoron. Sánchez manejará su destino y punto. Pero nadie se convierte en un modernito de camiseta negra y chupa que “bebe mucho” de las propuestas musicales de Radio 3, ni en un ‘tiktokero’ de pro, ni en un crítico musical, ni en un populista literario si no pensase realmente en convocar elecciones y en dar un vuelco a su devaluada imagen. Y sobre todo, si no supiese que está hundido en las encuestas y necesita remontar, o que el voto joven se hace ‘facha’, o que pasará a la historia, ¡toma nota Maxim!, como el presidente que no aprobó ni un solo presupuesto en toda una legislatura. Y que así no aguanta.
Repetir y repetir que no convocará elecciones hasta 2027 puede ser verdad o mentira. Ni él mismo lo debe saber. Solo espera un claro en la tormenta si es que surge… y si es que le conviene. Pero nadie necesita repetir constantemente una misma idea si en el fondo no le plantea una mínima duda. No necesita incidir tanto en lo obvio. Y si las elecciones son en 2027, si Moncloa va a soportar este suplicio hasta 2027, y si hay legislatura sin Parlamento vivo hasta 2027, ¿para qué ratificar lo evidente cada dos días? El punto de compulsión en la mentira ya ha llegado a afectarle personalmente. Sánchez ha fraguado su poder sobre la base mentir a todos, incluso a los que le rodean. La novedad es que ahora encubre su inseguridad mintiéndose a sí mismo. De ahí esta absurda ecolalia para sugestionarse y autoconvencerse de que debe aguantar hasta 2027 como si fuese un reto personal, un ridículo juego de rol o una apuesta de domingo.
Esto ya no va de política. Va de desentrañar hasta qué punto se ha propuesto desguazar la democracia y de entender que cuando mantiene una cosa (elecciones en 2027) es porque realmente ya está en cálculos de otra (adelantarlas en su minuto de audacia). Sirva un dato objetivo. Desde 2018, en que alcanzó la Moncloa, ni una sola vez ha completado la legislatura, y en su psique los precedentes cuentan. Y otro dato objetivo: la ecolalia tiene poca cura.