Chapu Apaolaza-ABC

  • Va de jovenzano porque piensa que así los jóvenes le van a votar, lo que supone un análisis muy básico de la realidad de mi Españita

Uno esperaba que le robaran el país unos tipos con abrigos de cuero largo, el Novichok escondido en el anillo y celdas de castigo, y resulta que aparentan ser una ‘charo’ nivel 45 que se llama Leire e imita a Carlos Latre, y un tipo que va de que escucha una radio de música independiente y cita artistas que yo no sabía ni que existían. Este país resulta del todo insoportable en este momento en el que hasta Patxi López te dice que le encanta la Rosalía. Ya me estoy imaginando el día en que a Rosalía le dé por hacerse de Falange o pedrista como Norma Duval cantaba en los mítines del PP. Sánchez ha ido a Radio 3 con una cazadora vaquera como la gente ‘wannabiera’ que se viste distinto para los conciertos, y los alegres chicos del ente público sonreían mucho salvo uno con un jersey de rayas, un héroe al que ya habrán metido en el calabozo. El presidente posaba con ellos en un retrato como el faraón que algún día se enterrará con sus esclavos en la pirámide. Sánchez te destroza la democracia y el Estado de derecho, pero te recomienda Viva Suecia y Vetusta Moncloa.

Va de jovenzano porque piensa que así los jóvenes le van a votar, lo que supone un análisis muy básico de la realidad de mi Españita, pero algo es algo. Habla de una cantante que no recuerdo ni cómo se llama, de esas que citan con gozo los pajilleros musicales. Hay que desconfiar de los políticos que te recomiendan música elevada como de los políticos jóvenes y con pelazo, pues, en lugar de para gobernar, es gente que naturalmente está en el mundo para encamarse. La horizontalidad es su mayor vocación, mucho más que el servicio público. Yo prefiero, dónde vamos a parar, un calvo del PNV de cuando el PNV era el PNV –poco pelo, buena gestión– y un conservador que escuche Mocedades. El otro día le preguntaron a Feijóo que qué música le gustaba y dijo que Aute, Víctor Manuel y Joaquín Sabina, que es todo lo lejos que debiera ir un gestor público. Siquiera la bachata traza un límite infranqueable, pues el bailarín tropical pierde sus principios por la grieta que abren en él la carne, la pereza, el trasnoche y otros apetitos desordenados. Basta entender lo que sucedió con Ábalos, que me dijo un día que no le dejaban salir ni a bailar, y Rufián, que de lo bien que se lo pasa en Madrid está mutando de zurdo republicano catalán a Martínez el Facha. Muy poca gente se pone algunos programas de Radio 3 por voluntad propia, y está bien que así sea, pues esos sonidos de latas y de órganos escacharrados, cantantes lánguidos con ecoansiedad siempre a punto del suicidio, tienen que existir, pero con el público justo. De siempre, los artistas que nadie conoce los han citado los gafapastas que, o de verdad escuchan esa música y disertan sobre conjuntos de la alteridad musical por su propia naturaleza, que son los que menos, o se aprenden los nombres para parecer guapos. Adivinen en qué grupo está Sánchez.