- Sánchez sabe que está en tiempo de descuento, su mundo matrix está colapsando ante la realidad al igual que Intxaurrondo colapsó ante Miguel Tellado
Si aún no la han visto, les recomiendo que busquen en sus redes sociales la última entrevista-pugilato entre Silvia Intxaurrondo y el secretario general del PP, Miguel Tellado. No es la primera trifulca que tienen, pero ha sido la más ilustrativa de la realidad paralela en la que se ha instalado el aparato de poder sanchista, un espejismo que Tellado supo hacer añicos, respuesta a respuesta.
A Intxaurrondo le acompaña su físico, está magníficamente peinada, maquillada e iluminada y ofrece una imagen de pulcritud y limpieza que en nada se corresponde con el sectarismo atroz y la constante manipulación política que despliega cada mañana. En ese aquelarre diario contra la oposición, a veces se producen momentos descacharrantes cuando el realizador del programa no puede evitar que se vean los rostros de espanto de los contertulios ante las barrabasadas que se le ocurren a la directora. Esta semana, sin ir más lejos, intentó convencernos de que las comisiones cobradas por Santos Cerdán eran de una irreprochable legalidad. Con su facundia habitual precisó que una cosa son las comisiones legales y otra muy distinta las mordidas. ¡Como si el informe de la UCO contra Cerdán no fuera todo un compendio de mordidas!
Esa es la realidad paralela en la que viven tantos españoles gracias al formidable aparato de propaganda del sanchismo; la famosa ventana de Overton ha adquirido la amplitud del Paseo de la Castellana y por ahí desfila todo: la amnistía, el fiscal inocente a pesar de la condena, la asesora de Moncloa trabajando para el chiringuito privado de Begoña, la candidatura electoral del imputado extremeño, el CIS de Tezanos o la propia TelePyongyang y cerrando, a modo de majorettes, las amigas de Ábalos y el personal de las saunas de Sabiniano. En ese mundo virtual, cualquier ilegalidad, cualquier indecencia y cualquier desvergüenza se blanquea y se justifica porque sería mucho peor que gobernara la derecha.
Así se entiende tanto estupor ante la condena del fiscal. ¿Cómo iban a condenarle los jueces del Supremo si Sánchez ya había decretado su absolución? Y así se entiende también la feroz campaña que han emprendido contra el tribunal por haber ignorado olímpicamente las consignas del sanchismo.
La cara de Pedro Sánchez tras conocer el fallo del Supremo nos invita a prepararnos para lo peor en términos democráticos. Nombrará a otro fiscal que será una afrenta, tocará todos los resortes que controla para seguir acosando al poder judicial, encargará a Bolaños otra reforma modelo Kacinsky y esa ofensiva antiliberal le servirá además para cohesionar moralmente a su maltrecha coalición. Puede indultar a García Ortiz o conseguir que el Constitucional anule su condena; ya lo ha hecho con otros delincuentes, pero no ha podido ganar el pulso institucional que había planteado al Supremo.
Ese es el mayor valor político que ha tenido la sentencia; no el único, pero sí el más importante. Se ha demostrado que las instituciones están por encima del desordenado apetito de poder de un gobernante sin escrúpulos y de su coro de aduladores. Por más manotazos que dé a nuestro sistema de equilibrios y contrapoderes, estos han demostrado ser mucho más sólidos que la deontología de algunos profesionales. Sánchez sabe que está en tiempo de descuento, su mundo matrix está colapsando ante la realidad al igual que Intxaurrondo colapsó ante Miguel Tellado.