Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
- Por ahora no se contemplan nuevas subidas de impuestos, pero se olvidan del acomodo de los tipos impositivos a la inflación
La señora Montero, enfundada en su disfraz de Ministra y apoyada en las nuevas previsiones de crecimiento nominal, nos presenta un horizonte de recaudación absolutamente fastuoso. Se deshará pronto del vestido, en cuanto se ponga el gorro de candidata para cumplir con la ardua tarea de asumir unas elecciones que perderá, pero, en todo caso, siempre es mejor enfrentarse al futuro con la caja bien repleta y esta de los ingresos fiscales está a rebosar.
En 2025 superaremos los 300.000 millones y al año siguiente pulverizaremos todos los récords y llegaremos a lo 335.000. ¿Cómo piensa utilizar tantísimo dinero? ¿Reducirá el déficit o bajará los impuestos? Empezamos bien. Vaya dos preguntas más inútiles. Casi, casi tontas. Por supuesto que no. Como es lógico aumentará los gastos, que hay muchos favores que devolver, muchas necesidades que satisfacer y muchos votos que comprar. Por eso, y en buena lógica, el techo del gasto crecerá un 8,5% y subirá hasta los 212.026 millones de euros y, si incluimos los fondos europeos, hasta los 216.177.
Por ahora, fíjese en el por ahora, no contempla nuevas subidas de impuestos, pero se le vuelve a olvidar un año más el acomodo de los tipos impositivos a la inflación, lo que se convierte en una subida silente y callada de la presión fiscal. ¿Qué gastos aumentará?, ¿qué favores devolverá?, ¿qué votos comprará? Todos los que pueda, que todos son necesarios.
Por ello, la señora Montero reconoce que son unos presupuestos atractivos y espera que conciten el interés de otras fuerzas políticas, pero es muy posible que se queden en ninguno. Si nos atenemos a las promesas efectuadas por los grupos políticos que deben aprobarlos, estos presupuestos son papel mojado porque no tendrán votos suficientes para seguir adelante sin los hasta hoy negados por Junts. ¿Mantendrán los independentistas catalanes su negativa? Vaya usted a saber. Ya sabe que cuando Junts dice nunca hay que entender que por ahora no, y cuando dice que por ahora no, hay que interpretar que es muy probable que al final sea un sí.
No se olvide de lo que pasó con la prolongación de la vida útil de las centrales nucleares y menos aún de que todavía queda por conocer la decisión final del Tribunal de Justicia europeo. ¿Y si éste ratifica la opinión del Abogado General favorable a la amnistía y Puigdemont vuelve a pasear altivo por el Passeig de Gràcia? ¿Por qué cree que el Presidente Sánchez ha incumplido por enésima vez (¡vaya sorpresa!) su promesa de enviar al Congreso el proyecto de presupuestos antes de finales de año y lo ha pospuesto –ya van tres años–, para el primer trimestre del próximo año? ¿Le cuadran las fechas? Añada el cebo de la promesa de un aumento de los porcentajes de IRPF y del IVA cedidos a la Generalitat y comprobará que la oferta es muy tentadora.
En cualquier caso, tendremos un adelanto de sus verdaderas intenciones cuando se presente en el Congreso la senda de estabilidad (no se ría, de verdad que se llama así) que concede a las comunidades autónomas la posibilidad de presentar un déficit del 0.1% que, en estas circunstancias, nadie consideraría como un ejercicio de generosidad y que sí necesita respaldo previo parlamentario.