Tonia Etxarri-El Correo

Que la oposición política esté aguardando que los dos presos preventivos, Koldo y Ábalos, excolaboradores íntimos de Pedro Sánchez, se decidan a tirar de la manta (no a través de declaraciones a los medios sino en sede judicial) o que las investigaciones que salpican al núcleo de Ferraz por posible financiación irregular acaben tomando cuerpo da la dimensión de la situación de ‘impasse’ que vive nuestro país. Con la constatación del camino de aislamiento que ha emprendido el inquilino de La Moncloa, destacado ayer por el exministro socialista Jordi Sevilla que volvió a recordar que, en cuanto se percató del proceso de «podemización» de Pedro Sánchez, se alejó de él. Van pasando muchas cosas, pero sin mayores consecuencias.

El PP ha sacado músculo en la calle, con su manifestación del domingo, tras una convocatoria exprés anunciada por Feijóo con 72 horas de antelación. Pero tampoco fue para tanto. Hay muchos más ciudadanos frustrados con el sanchismo que no acudieron a su llamada.

Si no recurre a la moción de censura, de momento, no es por falta de ganas. Le faltan votos. No sólo en las urnas, que también, porque necesita un millón más de los que obtuvo en 2023 para poder gobernar sin alianzas incómodas, sino en el Congreso. Su guion es irrebatible. Le basta con repetir el que utilizó con tanta solemnidad el presunto corrupto socialista, el exministro José Luis Ábalos, para derribar a Mariano Rajoy. Ya saben: «Crearon con su particular uso del poder un verdadero círculo perfecto de corrupción… obstaculizando la Justicia para intentar engañar a la gente». Pero Feijóo, mientras los socios de Sánchez sigan mirando para otro lado, no tiene muchas más herramientas para presentarse como la alternativa.

Sus emplazamientos caen, de momento, en saco roto. Los socios que, como Junts, han abandonado a Sánchez no secundarán una moción de censura, ni siquiera instrumental para convocar elecciones inmediatas. Feijóo seguirá intentándolo con el partido de Puigdemont. Su única opción, de momento, porque a Bildu no lo tiene en cuenta y el PNV, que gobierna con los socialistas en Ajuria Enea, sigue aferrado a la tabla de La Moncloa por muy carcomida que esté.

No le ha ido mal al PNV el último sondeo del Sociómetro, el CIS del Gobierno vasco. Su alianza con Pedro Sánchez le libera del empate con Bildu que venía arrastrando desde las últimas elecciones autonómicas para superarlos con dos escaños. La relación de fuerzas en la Cámara vasca quedaría, prácticamente igual. Pero el PSE paga la factura de los escándalos de corrupción que envuelven a Pedro Sánchez (Madrid, tan lejos y tan cerca) y en el PP no se benefician de la estrategia de Javier de Andrés de plantarle un pulso permanente al PNV. Así las cosas, el PNV se quedará quieto mientras espera que la tormenta de la presunta corrupción del PSOE, que no le incomoda tanto como dice, amaine. Concentrado en pactar la reforma estatutaria con socialistas y Bildu, ¿Euskadi se reconocerá como nación en el nuevo estatus? ¿Habrá derecho a decidir? Torres más altas han caído desde La Moncloa en esta legislatura.