Maria Maizkurrena-El Correo

  • La gente pobre que sufre robos se queja y nombra la realidad innombrable

El ferrocarril extendió la revolución industrial y en tiempos de guerra se reveló también como un medio de transporte estratégico. El último día de noviembre, mes que acaba de expirar, leí en EL CORREO un reportaje sobre ciertos movimientos demográficos de actualidad en la red de cercanías bilbaína. Y es que ahora el tren está siendo un medio estratégico para la dispersión de cierta población flotante. Todos sabemos qué población es esta, pero no hay que decirlo, pues el código ‘woke’ establece que, si lo dices, automáticamente eres un facha. Es una población característica que ocupa los espacios públicos y utiliza el transporte público y desarrolla una industria cuyas ramas principales son los «robos en coches» (predominantes en Orduña), «robos en viviendas aisladas» (Lemoa y Amurrio), «hurtos y tirones» (general). Los alrededores de Llodio ofrecen un parque de casas vacías que han permitido establecerse a una parte de este industrioso sector mientras que otros siguen acampando en los parques de Bilbao y se trasladan cada día en tren a sus puestos de trabajo, como hacen tantos trabajadores (lo que en inglés llaman ‘commuters’).

Esto es un problema cuya solución no es fácil, ya que, como dicen algunos «vecinos de toda la vida», también hay jóvenes okupas en sus localidades que se comportan «de forma civilizada» y eso de expulsar en masa haría pagar a justos por pecadores, lo cual es feo e injusto. Pero la solución de negar el problema, como es una solución virtual para un problema real, no impide que este siga afectando a quienes afecta siempre. ¿A quiénes? «La inseguridad cotidiana perjudica mucho más a los pobres que a los ricos, que viven tranquilamente en sus barrios cerrados», ha dicho Slavoj Žižek, quien debe de ser un facha redomado. Ah, pues no; resulta que es un filósofo de izquierdas.

Sucede que la gente pobre, la gente de las clases populares que se ve desplazada de los espacios comunes, que sufre los robos y convive con los okupas, se queja. Y nombra la realidad innombrable.Y así se enteran de que son unos fachas. Entonces algunos, o muchos, que antes votaban a otros partidos en los que han dejado de verse representados, deciden votar a los que son fachas como ellos. «¿Está contra el ‘wokismo’?», le preguntan a Žižek en una reciente entrevista. Y responde: «Yo estoy contra la cultura de la cancelación. Entre la gente que practica la cultura de la cancelación se supone que el objetivo oficial es promover la diversidad, la inclusión. Pero lo que hacen en realidad es excluir a aquellos que no aceptan su definición de inclusión y demás. Si observas la cultura ‘woke’ en detalle, es gente de clase media alta apuntando a gente de clase baja».