Juan Carlos Girauta-El Debate
  • Ambos grupos, los que apuestan por 2027 y los que apuestan por estas Navidades –incluso los que apuestan por la no convocatoria de elecciones y a ver qué pasa (inténtalo, Pedro, y verás qué pasa)– tienen buenos argumentos. Pero en todos detectamos alguna dosis de irracionalidad, llámalo miedo, llámalo deseo

Es comprensible que andemos especulando sobre la fecha electoral. ¿Cuándo disolverá Sánchez las Cortes? Unos creen, con razones fundadas en el vacío moral, que al carecer en absoluto de escrúpulos y sentirse acorralado, el autócrata solo aspira a ganar un día más. Y luego otro. ¿Para qué? Para hacer lo propio de Sánchez: encargarse del TC –que ha cogido candidiasis–, presionar a jueces, mandar a fiscales. Todo ello con el objetivo de eludir el trullo. Ante todo, eludirlo él. Después, evitárselo a esposa y hermano. Luego a nadie. Por fin, a sus compis de la trama del Peugeot.

Otros, los menos, opinan, también con base, que Sánchez sacaría cien escaños largos si convoca ya, además de borrar de los noticiarios su corrupción en favor de una campaña electoral inspirada en el tenis, solo que con un zurullo por pelota. En cambio, si se espera a 2027, el PSOE puede desplomarse a setenta escaños, o menos, y morir de inanición. A Sánchez eso le importa un cuerno porque solo cultiva sus intereses personales, lo sabemos de sobra. Ello no significa que no existan notables socialistas dispuestos, tras seis años largos de mutismo, de inmovilidad, de congelación, a despertar para evitar el cataclismo. Mira Page, que hace siestas cortas.

Ambos grupos, los que apuestan por 2027 y los que apuestan por estas Navidades –incluso los que apuestan por la no convocatoria de elecciones y a ver qué pasa (inténtalo, Pedro, y verás qué pasa)– tienen buenos argumentos. Pero en todos detectamos alguna dosis de irracionalidad, llámalo miedo, llámalo deseo. O al menos unos análisis demasiado fiados a la psicología, al estado de ánimo del sujeto. Eso es típico de las dictaduras. ¿Cómo se habrá levantado hoy el caudillo? Etcétera.

Pues bien, solo hay una forma de evitar los espejismos que provocan nuestras preferencias, manías, y hasta ludopatías, pues todo esto no deja de ser una apuesta donde lo que se juega no es dinero, sino prestigio y «te lo dije». Paradójicamente, se trata de acudir a la Teoría de Juegos. Advertidos todos de que solo funciona con jugadores racionales (aunque no lo parezcan) aquí es de aplicación la ‘Inducción hacia atrás’ de Reinhard Selten (Premio Nobel de Economía). El requisito –que se cumple plenamente, a mi parecer– es que todos sepan con certeza que Sánchez no repetirá como presidente. Es decir, que perderá todo su valor, todo su poder y toda su influencia el último día de su actual mandato.

Pongamos que se aferra al poder. Máximo, en octubre de 2027, Sánchez no valdrá nada. Es más, el contacto con él se considerará tóxico, la afinidad con él vergonzosa. Y aquí es donde aparece la ‘Inducción hacia atrás’ de Selten: sabiéndose lo anterior, en septiembre de 2027 tampoco valdrá nada. Constando esto, en agosto de 2027 tampoco. Y así hasta el presente. Sánchez ya no vale nada, en el sentido de que nadie racional va a arriesgarse por él. «Los juegos finitos colapsan hacia el inicio» (Robert Aumann, Premio Nobel de Economía).