Juan Luis Ibarra | Miguel Ángel García Herrera

Expresidente del Tribunal Superior del País Vasco | Catedrático de Derecho Constitucional

  • El alcalde de Nueva York debería transformar su movilización social en potencia política para hacer frente a la fuerza del capital dirigida a limitar la democracia

El 4 de noviembre las urnas neoyorquinas ofrecieron unos resultados no vistos desde 1969. El candidato Zohran Mamdani consiguió el 50,4% de los votos. Un aspirante singular -joven, musulmán, propalestino y socialista-, con una base electoral integrada por las minorías y con unas propuestas políticas que son la antítesis del discurso republicano. Nacía una estrella política que auguraba problemas para Donald Trump.

Empecemos por los datos. La cuestión primordial en la campaña fue el coste de la vida y la palabra de orden, la asequibilidad: el 23% de los neoyorquinos vive por debajo del umbral de la pobreza -escasez que afecta al 25% de los niños-, el 56% estaría en situación de pobreza, los salarios anuales de 140.000 dolares alcanzan para un nivel de vida de clase media y se precisan más de 300.000 para sufragar los cuidados infantiles.

Mamdani, proveniente de la clase media alta, asumió ser el valedor de las penurias de la mayoría de la población y consiguió articular una base electoral heterogénea. En su discurso tras la victoria mencionó a los inmigrantes, a la comunidad transgénero, a las mujeres negras, a las madres solteras, a las personas acorraladas… Para movilizar a esta ciudadanía se necesita entusiasmo, innovación y programa. En su carrera hacia las urnas, basada en el conocimiento del territorio, destaca su desenvoltura en las redes sociales, el amplio trabajo de base realizado antes de la convocatoria de las elecciones, la movilización de más de 100.000 voluntarios, las más de un millón de visitas domiciliarias o el apoyo de miles de donantes únicos. Para la BBC, es inusual ver una campaña local con tal nivel de voluntarios y entusiasmo popular, comprometidos con los requerimientos de soluciones para las necesidades de sus habitantes.

Las propuestas más llamativas del programa electoral del nuevo alcalde son el servicio gratuito de autobuses, la congelación de los alquileres y la exigencia de responsabilidad a los propietarios que descuiden sus viviendas; también una cadena municipal de supermercados de precios asequibles, guarderías gratuitas para niños y niñas de edades entre seis semanas y 5 años, y la construcción de un triple más de viviendas con un arrendamiento estabilizado. El resultado fue la victoria electoral, la derrota de la «dinastía política» y la consagración del poder de la nueva base social.

El programa de Mamdani es moderado, aunque escandalice a quienes ven comunismo en cualquier medida social. Para una ciudad con un Presupuesto de 116.000 millones de dólares, Nathan Gusdorf, el director ejecutivo del Instituto de Política Fiscal, ha calculado el coste de la oferta de servicios: 700 millones de dólares para el transporte urbano, entre 2.500 y 6.000 para las guarderías, un préstamo a largo plazo de 70.000 para la construcción de viviendas. No cuantifica el importe de la red de supermercados ni las ayudas de sostén de los domicilios para mantener el control de los alquileres.

Para conseguir los 10.000 millones de dólares que equilibrarían los presupuestos, Mamdani se compromete a subir el impuesto de la renta en un 2% a 90.000 contribuyentes que declaran ingresos superiores al millón de dólares. y el impuesto de sociedades del 7,5% al 11,5%.

¿Se permitirá realizar este vuelco político? ¿Congelará Trump las ayudas federales, desplegará el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, enviará a la Guardia Nacional? ¿Consentirá la gobernadora demócrata Kathy Hochul la subida de impuestos? ¿Financiarán las entidades crediticias los bonos y la deuda municipales? ¿Admitirá Wall Street la cohabitación? ¿Torpedeará el sector moderado demócrata la gestión de su compañero de partido?

Los antecedentes no son halagüeños. En la década de los 70 del siglo XX, la falta de ayudas federales y la negativa del sector financiero a asumir el déficit municipal acarreó drásticos recortes de servicios sociales y el debilitamiento del poder sindical. Fue la aplicación pionera del neoliberalismo que posteriormente Ronald Reagan generalizaría en el resto del país.

Se reproduce la dialéctica entre el poder de la movilización social y la fuerza del capital dirigida a limitar la democracia. El desenlace dependerá de si Mamdani transforma su base electoral en potencia política y se consolidan los «movimientos sociales disruptivos».

Nueva York será un escenario de futuro. Como canta Jorge Drexler, hay un punto de luz al otro lado del Atlántico.