- Se suele desestimar el valor de las ideas. Por mi parte, considero que uno de los mayores errores de Marx y Engels consistió en considerarlas mero reflejo de las condiciones e intereses de clase
Puede parecer extraño que, para celebrar el aniversario de la Constitución, dirijamos la mirada a lo que viene pasando en muchos campus, especialmente de Estados Unidos, en los últimos años, desde 2017. No tanto, si se considera lo que ya está empezando a suceder en los nuestros. No creo que se trate de un efecto de la política sobre la Universidad. Más bien pienso lo contrario. La politización y el odio vienen de estratos más profundos que donde viven las disputas políticas.
Se suele desestimar el valor de las ideas. Por mi parte, considero que uno de los mayores errores de Marx y Engels consistió en considerarlas mero reflejo de las condiciones e intereses de clase. Es cierto que el viejo Engels matizó esta tesis, ya muerto Marx, en una carta dirigida a jóvenes marxistas. Creo que si es preciso señalar un factor causal predominante de los cambios históricos hay que señalar a las ideas. En la mayoría de los casos influyen en las personas sin que sepan gran cosa de ellas, incluso aunque las ignoren. Un ejemplo que entra ya directamente en el objeto de estas líneas. Herbert Marcuse, acaso el principal ideólogo de la izquierda contemporánea, publicó en 1965 un ensayo titulado «Tolerancia represiva». Con una perspectiva marxista, consideró que tolerar todas ideas por igual conduce a perpetuar las ideas de la clase dominante, es decir, la derecha política. Sería una tolerancia represiva. Marcuse reconocía que lo que estaba proponiendo, la intolerancia hacia las ideas de la derecha, vulneraba el espíritu de la democracia y la tradición liberal de la no discriminación, pero era necesario para liberar a los débiles y oprimidos. «Debería ser evidente a estas alturas que el ejercicio de los derechos civiles por parte de quienes no los tienen presupone la retirada de los derechos civiles de quienes les impiden su ejercicio, y esa liberación de los condenados de la Tierra presupone la supresión no sólo de sus viejos amos, sino también de los nuevos». Poco hay que comentar.
El libro de Greg Lukianoff y Jonathan Haidt La transformación de la mente moderna constituye una documentada exposición de lo que está sucediendo en muchos campus americanos en los últimos años. Después de los años de entreguerras y de la posguerra de la segunda, de concordia básica tanto en la sociedad como en los campus, la relativa armonía se rompe en los sesenta. También en Europa. Ahora asistimos a una nueva oleada de confrontación e intolerancia. Quizá el aspecto más llamativo sea la frecuencia con la que los estudiantes impiden mediante la fuerza la celebración de conferencias y otros actos académicos en los que participan personas que exponen ideas que les ofenden, desagradan o molestan. La retractación forzosa se ha convertido en la nueva forma de refutación. La frecuencia es mayor entre los estudiantes de izquierda o extrema izquierda que entre los de la derecha o la extrema derecha. Conociendo la cita de Marcuse tampoco puede extrañar.
Perseguir las ideas y a quienes las defienden significa la muerte de la Universidad. Sócrates murió no tanto por defender sus ideas como por refutar las ajenas. La Universidad no es un lugar confortable al que acudimos para que nada nos moleste, sino
Un ámbito no siempre cómodo para aprender a pensar. Y esto significa refutar y ser refutado, pero no acosar, silenciar o agredir al discrepante. Ninguna idea debe quedar fuera de la Universidad. Sí, el insulto, la violencia, la intolerancia y la acción política directa. Las universidades son templos dedicados al conocimiento y la sabiduría y, por tanto, al intercambio razonado de ideas y argumentos. El libro citado de Lukianoff y Haidt está lleno de ejemplos que muestran la gravedad y ridiculez de lo que está pasando. La «batalla» que debemos librar no es la de unos, los buenos, contra los otros, los malos, sino la victoria de la razón y la concordia, sobre la sinrazón y el odio. Lo que sucede en la política española se ha venido ensayando en los campus. No debemos ignorar lo que en ellos está sucediendo.