Editorial-El Correo
- El rebrote de la intimidación en Euskadi exige una condena firme que deja en evidencia a Bildu, desbordada por el auge de GKS en las calles
La proliferación de ataques y pintadas amenazantes de trasfondo político, unida a las protestas que desembocaron en choques violentos con la Ertzaintza, ha situado de golpe a Euskadi en una escena sacada de su pasado más oscuro y, afortunadamente, superado catorce años después del final de ETA. Pero este rebrote de la intimidación cuando el calendario está a punto de dar la entrada a 2026 ha desatado una indisimulada inquietud por el grado de beligerancia de sus autores y su juventud. La radicalización proyectada por jóvenes vinculados a la izquierda abertzale y a movimientos críticos de desmarque como GKS ha encendido las alarmas en el País Vasco por su inesperada irrupción y el alcance de su fuerte impacto.
El peligro de agitación en las calles exige a partidos e instituciones redoblar su compromiso para deslegitimar la violencia y una condena firme y amplia para conjurar cualquier riersgo de involución. Los gestos de repulsa han sido unánimes, pero insuficientes en el caso de EH Bildu, atrincherada en su negativa a sumarse a las muestras de condena del resto de formaciones ante la escalada de señalamientos inadmisibles: las pintadas a la sede del PP en Bilbao, reivindicadas por Ernai –las juventudes de Sortu–; la colocación del secretario general del PSE, Eneko Andueza, en pancartas junto a otros políticos marcados como objetivos; los mensajes amenazantes al consejero de Seguridad, el jeltzale Bingen Zupiria; o la reciente vandalización de placas de homenaje a víctimas del terrorismo en Durango. Parecen imágenes de otros tiempos de penumbra, pero sacuden a la Euskadi de hoy.
Las dianas son el execrable recuerdo de una etapa cruel que no debe volver jamás. Lo contrario sería un fracaso, comenzando por la responsabilidad de la izquierda abertzale. Bildu, emplazada por el PNV a expulsar a Ernai, tiene que confirmar con nuevos pasos su compromiso ético, si quiere hacer creíble la apuesta por la normalización de camino a mayores cotas de gobierno. Un reto que coloca a la coalición ante sus contradicciones, desbordada por el auge de GKS. Una marca que acaba de desplazar a la izquierda independentista tradicional del eje más reivindicativo de la Universidad pública. La refundación de Ikasle Abertzaleak ha dado lugar a un indisimulado pulso por el mando en la pancarta de la UPV/EHU. El campus es la cantera del librepensamiento, pero no debería sembrar ideologías de odio y exclusión que no tienen cabida en una sociedad democrática como la nuestra.