Jesús Cuadrado-Vozpópuli
Exhibe una obsesión “antiyanqui” adornada con lo que algunos han bautizado como “Síndrome de Trastorno por Trump”
La economía de guerra adoptada por Rusia va dirigida contra los países europeos, España incluida. Estudios solventes demuestran que el potencial militar ruso, al ritmo actual de rearme, estará en condiciones de mantener un ataque contra toda Europa a partir de 2029-2030. En consecuencia, pocos discuten la necesidad de aumentar radicalmente las capacidades militares para disuasión y respuesta, en su caso.
Desgraciadamente, Sánchez ha convertido a España en una excepción entre los aliadas. Un ejemplo. Cuando los principales estados europeos hablan de la mili para aumentar sus efectivos, el Ministerio de Defensa español no alcanza ni los 130.000 militares presupuestados antes de 2022 y, con solo 116.000, está muy lejos de los 145.000 imprescindibles según las previsiones de la Alianza.
Al leer un artículo sobre el gasto militar publicado en Cidob y firmado por su presidente Josep Borrell, decidí responder. Quien fuera durante cinco años (2019-2024) responsable de la Política Exterior y de Seguridad de la UE descalifica absolutamente el acuerdo de la Otan en La Haya del pasado julio. Se declara contrario al aumento del gasto comprometido para el rearme frente a la amenaza rusa -del 5% del Pib anual para 2035- como “una cifra arbitraria que no es adecuada para todos los países a la vez”. Además de no diferenciar el gasto básico militar -el 3,5%- del complementario asociado a infraestructuras e industria -otro 1,5%-, sin aportar fundamentación alguna, echa por tierra los “Objetivos de capacidades” de la Alianza en los que se basa la inversión acordada. Propone “poco más de 2%” para España e ignora que se trata de una defensa colectiva que compromete a todos los aliados, como la cuota de una comunidad de propietarios. Al defender mayor autonomía operativa de Europa con menor gasto, hace trampas.
Argumentos doctrinarios
Frente a los datos de los comités de expertos de la Otan y los estados mayores de Alemania, Francia o Reino Unido, Borrell aporta argumentaciones doctrinarias. En primer lugar, una posición visceral contra EEUU. El acuerdo de La Haya, como el de diez años antes en Gales, se dirige a frenar a Putin y proteger la soberanía europea. Es absurdo decir que se trata de un acuerdo impuesto por Trump, “sin obtener a cambio un refuerzo de garantía de seguridad”, como señala. Es la defensa europea, no la estadounidense, la que está en juego. Así lo han interpretado los principales países europeos, a los que el ex alto representante de la UE desafía. “Solo España ha dicho las cosas como son”, proclama. Nunca pensé que fuera tan sanchista.
Exhibe una obsesión “antiyanqui” adornada con lo que algunos han bautizado como “Síndrome de Trastorno por Trump”, una suerte de histeria que afecta a ultraizquierdistas y que está frenando una respuesta europea conjunta. El caso de la sorprendente suspensión del Gobierno de la compra de cazas estadounidenses F-35, que ya contaba con compromiso presupuestario en 2023, representa un alarde antiestadounidense absurdo. Para Borrell, la decisión de Dinamarca de mantener esa compra sería “vasallaje” a EEUU. Lo cierto es que, como ha demostrado el Almirante Rodríguez Garat, estos aviones son en la actualidad la exclusiva alternativa a los Harrier a sustituir del único portaaviones español capaz de mantener la capacidad furtiva y de despegue vertical. No va de preferencia por la industria europea, sino de necesidades operativas de la Armada.
Los españoles no pican
Borrell aporta una justificación política “juvenil”, del tipo “Otan no, bases fuera”, para rechazar el acuerdo de La Haya. Sus explicaciones para negarse al aumento de gasto militar frente al rearme ruso son similares a las de Iglesias o Belarra. Si se aumenta la inversión en defensa, “se pondría en riesgo la mayoría social necesaria”, se puede leer en su escrito. La utilización de la falacia irresponsable tanques o escuelas estaría dirigida a no perder votos por la izquierda. Pero, a pesar de tanta demagogia, españoles y europeos no pican. En una reciente encuesta de Euractiv, una gran mayoría se muestra consciente de la incapacidad europea actual para responder a los ataques rusos. En consecuencia, frente a la opinión de Borrell, Rufián o Sánchez, un 68% de los españoles comprenden la necesidad de aumentar los presupuestos para la defensa. Saben lo que está en juego.