Carlos Martínez Gorriaran-Vozpópuli

  • No va a ser tan simple como cuando Circe convirtió en cerdos a los compañeros de Ulises hasta que este aceptó quedarse un año con ella para consolar su soledad

Uno de nuestros recientes sobresaltos cotidianos ha sido la noticia de que los jabalíes vecinos a Barcelona se han contagiado de la letal (de momento, sólo para ellos) peste porcina africana. No es cosa de risa, pero la desgracia ha proporcionado otra alegoría certera de nuestra situación: el brote de peste porcina ha seguido a la expulsión de Cataluña del Seprona de la Guardia Civil -el servicio encargado de vigilar la naturaleza-, exigida a Sánchez por Esquerra Republicana como otro justo e indispensable avance de Cataluña hacia su total soberanía. Pero el logro de los de Rufián, su principal verraco en Madrid, ha sido estropeado por los jabalíes y sus virus letales, pues ha ido seguido por la urgente petición de Illa para que la UME, es decir el Ejército de Tierra, se desplegara de inmediato en esas tierras catalanísimas para fusilar a los infelices jabalíes con vistas a intentar encerrar la epizootia en la comarca, sin que esta vez parecieran amenazadas la soberanía, la lengua catalana o la perspectiva de género, aunque sí la importantísima economía porcina catalana.

La mano porcina oculta

A diferencia de la reticente molicie observada en tragedias recientes con víctimas humanas -los incendios forestales de verano, la terrible riada de Paiporta-, el Gobierno Sánchez se ha apresurado a mandar militares a disparar a los jabalíes, porque la amenaza de contagio porcino amenaza a toda España… y porque órdenes catalanas son órdenes catalanas. La cosa ya sería, además de grave, suficientemente chusca si no hubieran mediado tres hipótesis explicativas adicionales: que algún jabalí se zampó algún bocata de carne de semejante contaminado tirado por alguna cuneta (los suidos no hacen ascos a comerse a los suyos, otra metáfora al caso), que sea un virus fugado de un laboratorio de vacunas animales próximo a la zona, y la más tenebrosa: que haya mano rusa en el foco de peste porcina, pues el último foco detectado en Europa residió allí. Y como todo el mundo sabe excepto cómplices e ignorantes incurables, Rusia tiene capacidad demostrada de usar armas biológicas y ningún escrúpulo para usarlas.

Si añadimos el hecho de que la injerencia rusa en el golpe de Estado de Puigdemont está tan acreditada como archivada su investigación -un caso único en occidente-, hay bastantes estímulos para pensar que quizás la explosión de la peste porcina justo en Cataluña y justo ahora sea mucho menos conspiranoica de lo que pudiera parecer. Putin, en efecto, no tiene menos motivos que los golpistas catalanes para considerarnos más una piara que una nación. ¿De qué otro modo podría explicarse que un espléndido país como el nuestro se haya degradado a dejarse gobernar por piaras de ladrones, puteros y babosos de todos los estilos, apoyados por otros tales como golpistas, terroristas y comunistas a la greña?

Las chistorras de Ábalos, Koldo y Cerdán

Lamentablemente, España ha dado todos estos años motivos sobrados para mirarnos como un país a punto de ser destrozado por piaras rivales, tanto de jabalíes como de cerdos domésticos, todos en busca del mayor botín posible de ricas bellotas, bocadillos aún aprovechables o la basura que esos jabalíes se han acostumbrado a comer en los contenedores urbanos, desatando tanto la explosión demográfica de la especie como una respuesta política típicamente ineptocrática y wokemente lunática: prohibir o hacer casi imposible la caza de los jabalíes excedentes (según una creencia animalista muy extendida en esos ambientes, nunca hay animales de más sino humanos que sobran: no habría desagradado al nazismo).

Jamones y chacinería de toda Iberia son motivo legítimo de orgullo nacional, pero nunca habían sido considerados la finalidad de la vida, como las chistorras de Ábalos, Koldo y Cerdán (vaya, era profético), sino rico medio de subsistencia. Un país de pasado tan cristiano como España debería recordar al menos alguno de los muchos ejemplos de las Escrituras que advierten contra la voracidad de los cerdos y la inutilidad de razonar con ellos si hay manduca inmediata de por medio. Tomemos, por ejemplo, el Evangelio de San Mateo 7.6: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y volviéndose os despedacen.” Y aquí les hemos dado el gobierno, las instituciones del Estado y no pocas privadas. Como nación, nos hubiera ido mucho mejor de haber seguido este sabio consejo, con valor de máxima política y moral.

Rusia y Marruecos

Lejos de eso, uno tiene que leer que el Partido Popular ha intentado volver a seducir a Junts con la mediación de un grupo de empresarios catalanes de historial bastante porcino, desoyendo la sabiduría de Mateo. Sin embargo, deberían saber que la repetición de esa aventura tan loca -pues locura es repetir lo que siempre fracasa y esperar que esta vez funcione- vuelve a ser echar perlas a los cerdos, si perdonan la franqueza. La observación de la tendencia de las élites nacionales, o lo que funge como tales, a repetir una y otra vez los mismos errores debe pesar mucho en los movimientos de terceros países respecto al futuro de España. Aparte de Rusia, tenemos los indisimulados apetitos marroquíes por las riquezas naturales de la zona marítima de soberanía económica en torno a Canarias, repleta de minerales estratégicos. Es inevitable que Rabat trate a Sánchez como lo que es, el porquero mayor de la piara que hace de gobierno nacional, y con mayor desprecio siendo musulmanes que aborrecen al cerdo. Máxime si, como parece, conocen los secretos de la piara.

Es el sistema constitucional

De momento poco podemos hacer para impedirlo debido tanto a la falta de imaginación y audacia de la oposición como a la desastrosa falta de mecanismos constitucionales contra el abuso de poder, como expliqué aquí mismo este viernes. En la calle Génova siguen sin entender que no tenemos una crisis de gobierno sólo excepcionalmente larga y vergonzosa, sino una crisis constitucional; de qué piensa Vox de la Constitución, nada sabemos.

No son los únicos, grandes empresas y bancos comparten esa ceguera tan interesada en que nada cambie para que dehesas y granjas sigan siendo de los beneficiarios habituales. Pero la conversión en piara durante tanto tiempo tendrá consecuencias duraderas. No va a ser tan simple como cuando Circe convirtió en cerdos a los compañeros de Ulises hasta que este aceptó quedarse un año con ella para consolar su eros solitario. Me temo que nos hayan condenado a seguir siendo los pigs de Europa mucho más tiempo.