Rosario Morejón Sabio-El Correo
- Para el autócrata ruso, diplomacia es ganarse a Trump e ignorar a los europeos
Ningún compromiso después de cinco horas de deliberaciones. Pasada la medianoche, en la madrugada del 2 al 3 de diciembre, Yuri Ushakov, consejero especial de Vladímir Putin, apareció estoico al término del encuentro entre el presidente ruso y el emisario estadounidense Steve Witkoff. El ruso anunció un nuevo fracaso de las negociaciones de paz en Ucrania, uno más al cabo de un mes de encuentros. Witkoff abandonaba el Kremlin camino de la Embajada de EE UU para informar a Donald Trump sobre su enésima misión en Rusia, esta vez en compañía de Jared Kushner, yerno del presidente. Volodímir Zelenski permanecía a la espera de un resumen prometido. «El futuro y las próximas etapas dependen de cuántos pormenores vayan surgiendo. Vivimos días muy particulares», afirmaba el presidente ucraniano.
Sexto encuentro con Putin desde el regreso de Trump a la Casa Blanca con la promesa del republicano de solventar rápidamente el conflicto en Ucrania. Se desconoce si Witkoff y Kushner trabajaron con el proyecto de 28 puntos que el primero elaboró en Miami a finales de octubre con su invitado Kirill Dmitriev, otro hombre fuerte de Putin para una arquitectura de paz en Ucrania. Se ignora si el 3 de diciembre consideraron las versiones del plan de paz enmendadas a petición de Kiev y los europeos tras las rondas de discusiones en Ginebra y Florida, de nuevo, para evitar una capitulación de Ucrania. Sin precisiones a la prensa, Ushakov solo se mostró firme para replicar fríamente que «no estamos más cerca de la paz». ‘La paz de Florida’ decae. ¿Los negociadores estadounidenses creen aún que Ucrania acepta malbaratar su soberanía territorial?
Moldeado por la mano rusa, el documento urdido en Florida con un interlocutor como Dmitriev, patrón del fondo soberano ruso, y el promotor inmobiliario Steve Witkoff, regresado de Moscú convencido de la licitud y justicia de la causa rusa, el texto era un mercadeo de paz por territorios y rentables negocios. ‘La paz de Florida’ reposaba sobre una suerte de documento notarial certificando la propiedad rusa sobre Crimea -anexionada en 2014- y sobre el Donbás. Ni una línea sobre las obligaciones de la parte rusa, el agresor al que Ucrania no amenazaba de ninguna manera. Ni una palabra sobre lo que representa para Europa un acuerdo que legalice la violación de las fronteras por la guerra, que entierre pactos y tratados acordados al día siguiente de la caída de la URSS; en suma, que desestabilice profundamente el Viejo Continente. Trump parece incapaz de captar el alcance de lo que se dirime en Ucrania. Esos 28 puntos que se disponía a imponer a los ucranianos antes de la intervención de los europeos solo recogen las ambiciones de Moscú.
Putin no se expresó al acabar esta primera reunión de diciembre; lo había hecho una hora antes para cargar a quemarropa contra los europeos. «No tenemos intención de entrar en guerra con Europa, pero si Europa lo desea, empezaremos. Nosotros estamos preparados desde ya», disparaba el amo del Kremlin. Mientras, la pareja Witkoff-Kushner esperó a su ‘anfitrión’ cuanto él quiso… Estos ataques a la coalición de voluntarios, a la OTAN, blandiendo la perspectiva de una guerra abierta, no son aislados. Alimentando la guerra híbrida que afecta a Europa, en octubre, ‘La Vie internationale’, revista del Ministerio de Exteriores ruso, aportaba su cuota de incertidumbre. Aseguraba que «Rusia no cejará en sus negociaciones con Occidente más que al precio de una victoria en suelo ucraniano o en otra parte». Los autores apostillaron: «los países occidentales están siempre mejor dispuestos cuando las tropas rusas tienen un pie en París o en Berlín». Putin acusa a los europeos de querer la guerra. «Presentan propuestas absolutamente inaceptables respecto a Ucrania. No tienen un programa de paz», vilipendia el dirigente ruso.
La estrategia de Putin es idéntica desde la cumbre del 15 de agosto en Alaska: halagar a Trump hasta la saciedad, ganarse a Witkoff con oropeles, fingir negociar y mantener sus exigencias maximalistas para cargar sobre los europeos la responsabilidad de los sucesivos fracasos. Entretanto la ofensiva rusa prosigue. En noviembre Rusia lanzó 5.660 misiles y drones sobre Ucrania. Ha tomado 701 kilómetros cuadrados en una de los avances más importantes desde el de noviembre de 2024 y la primera ofensiva de 2022. Putin clama victoria con la supuesta conquista de Pokrovsk. El presidente ruso no pierde ocasión de recordar que la contienda no ha terminado, que los objetivos que él se propuso desde el inicio de esta ‘operación especial’ «están por lograr. El despliegue militar prosigue en cualquiera de las direcciones». La diplomacia para Putin es soliviantar a Trump ignorando a los europeos.