Tonia Etxarri-El Correo

Ya no tiene arreglo. Por mucha exhibición de medallas en la causa feminista que luzca el presidente del Gobierno (Pedro y su partido, los mejores), se va derribando el mito de la superioridad moral de la izquierda en la defensa de los derechos de las mujeres. Que ha habido avances legislativos en los últimos años, de la mano del PSOE, es un hecho fuera de toda duda. Pero estamos hablando de machismo, de la utilización del mercadeo de prostitutas, de acoso sexual a compañeras de trabajo en despachos institucionales abusando de una situación de superioridad laboral. Demasiados casos excepcionales, demasiadas ovejas negras. Demasiado silencio por parte de quienes ahora presumen de ser los dirigentes que aman a las mujeres. Después de cinco meses de haber mantenido el silencio de los corderos, Pedro Sánchez presumía ayer en el Congreso de que su partido toma medidas de urgencia ante situaciones de acoso. Sin que se le moviera una ceja. Provocando la hilaridad en la bancada de la oposición, que veía, de nuevo, que los hechos derribaban los endebles cimientos del argumento del presidente. Sánchez trató de parapetarse tras la idea de que el acoso laboral (no habló del sexual) es un problema sistémico y que el PSOE es el que reacciona en contraste con la pasividad de la derecha. ¿Qué película estaba contando?

A José Luis Ábalos lo cesó para recuperarlo después como diputado. O como al propio Paco Salazar, que estuvo a punto de ser elegido secretario de Organización, meses después de que dos compañeras suyas le hubieran denunciado. Torremolinos. Lugo. El presidente de la Diputación lucense, José Tomé, denunciado por seis mujeres, tuvo que dimitir ayer, forzado por las circunstancias.

No está el Gobierno para presumir entre causas de corrupción que le salpican y denuncias de acoso en sus filas. Desde ayer, Ábalos ha dejado de ser diputado al ser incompatible el escaño con su situación de procesado. El sanedrín de La Moncloa se siente acorralado y ya no se apea del alarde de sus carencias. Una huida hacia adelante mientras van cayendo los chivos expiatorios de Pedro Sánchez. El principal cambio que se está produciendo es el interno. Mujeres socialistas que denuncian acosos sexuales sin precedentes. Hay rebelión interna. ¿Olfatean el fin de ciclo? Justo en el momento de mayor debilidad parlamentaria del presidente del Gobierno a quien, desde Euskadi, el lehendakari Pradales le pide que cumpla con su palabra con las trasferencias pendientes. Que su apoyo tiene un precio pero, tranquilo, que él no será quien le desestabilice.

En cualquier caso, no hay quien pare este cruce de venganzas servidas en plato frío, que han puesto en evidencia a la portavoz Pilar Alegría y a la vicepresidenta María Jesús Montero. Mal asunto para alardear de solidaridad feminista cuando está en juego la imagen del partido en una causa tan sensible y tan decisiva a la hora de depositar el voto. Ayer, Pedro Sánchez, en la última sesión del año en el Congreso, volvió a recurrir al triunfalismo. Pero no coló. Feijóo ya no se quita el traje de campaña porque ve al presidente con respiración asistida.