Luis Ramón Arrieta Durana-El Correo

  • El crecimiento de la población activa es raquítico y solo aumenta el sector público

Un editorial en este mismo medio, «Jóvenes de OPE, no de industria» (27-11-2025), reflejaba el mayor interés de la juventud vasca por trabajar en el sector público frente a hacerlo en el sector privado.

Estudios como ‘Estado del Malestar: el giro laboral hacia el sector público’ (OpositaTest, 2025) subrayan un fuerte desplazamiento aspiracional hacia la función pública en España, asociado sobre todo a la percepción de mejores salarios y estabilidad. Euskadi, junto con Murcia, está a la cabeza en las encuestas realizadas en ese trabajo, con un 78% de interés en ser funcionario, frente a comunidades como Madrid, que está a la cola con un 57%.

En el ámbito europeo, los estudios empíricos se centran más en preferencias por seguridad contractual y estabilidad que en el binomio público-privado en sentido estricto. Trabajos como ‘A distaste for insecurity: job preferences of young people in the transition to adulthood’ (European Sociological Review, 2024) muestran que los jóvenes otorgan un peso muy elevado al tipo de contrato y la seguridad del puesto, lo que indirectamente favorece al sector público en contextos de mercados laborales más flexibilizados.

En ese marco, el caso vasco tiene singularidades derivadas de la evolución de su economía, que ha sufrido una importante contracción relativa en las últimas cinco décadas (pérdida de casi el 30% de PIB) y que ha supuesto un crecimiento raquítico de la población activa y de la oferta de empleo de alta cualificación en el sector privado. Esa caída supone salarios menos competitivos y genera un incentivo adicional hacia lo público.

Veamos algunos datos recientes. El ‘stock’ de inversión, clave en la generación de empleo, ha tenido en Euskadi, en los últimos diez años, el menor crecimiento del Estado. Ha sido del 2,6%, frente a la media del 10,2%, y de crecimientos como los de Madrid (19,4%), Valencia (12,4%) o Cataluña con el 9,3%. En consecuencia, en ese mismo periodo, el crecimiento de la población activa, cuyo vector fundamental es el empleo privado, y que se correlaciona con los datos anteriores, presenta unos datos muy preocupantes. Así, en ese período, en el País Vasco crece sólo el 1,50%, frente a la media española del 5,14%. Destacan de nuevo los datos de Madrid (10,57%), Cataluña (9,38%), o Valencia con un crecimiento del 7,38%. Hay que señalar que, en nuestro caso, además, el empleo en el sector público aumentó un 25%, por lo que, en realidad, casi no hubo crecimiento en el sector privado.

Quizás se entienda también ahora la importante salida de jóvenes vascos, en busca de trabajo, hacia otras geografías. Recordemos en este punto la caída de casi el 50% de población joven nativa (de 20 a 39 años) que ha sufrido el País Vasco entre 2003 y 2023 (la mayor junto con Asturias). Existen otros factores, pero ha influido, sin duda en muchos casos, la falta de oferta laboral atractiva.

Un informe del Banco de España (2024), señalaba que los empleados públicos ganaban de media un 24% más que los trabajadores del sector privado, una diferencia que coloca al Estado a la cabeza de Europa en este ámbito. Mientras en la eurozona la media de diferencia salarial entre ambos sectores se sitúa en un 8%, en España la brecha triplica esa cifra. En el caso vasco, el dato es aún más distante, ya que los salarios públicos son, adicionalmente, bastante superiores a la media estatal, superando en algunos casos el 25%.

En un mercado laboral más amplio y eficiente, con un crecimiento normal de la oferta de empleo en el sector privado, no se produciría la situación actual. No es lógico que un empleador que garantiza ocupación de por vida (sector público) pague más que otro que está sometido a los avatares y riesgos del mercado. Es como si un bono del Estado tuviera que pagar más intereses que una deuda privada (que tiene su prima de riesgo). En el caso vasco, la combinación de los salarios relativos más altos del sector público a nivel estatal (y europeo), junto con el pobre crecimiento de la oferta de empleo privado, explica en gran parte el titular citado al comienzo del artículo. Es consecuencia de la débil evolución económica que, debido a nuestra historia reciente, sufre aún el impacto negativo de sus déficits estructurales: pérdida de capital humano (que afecta a nuestra demografía actual), pérdida de capital y tamaño económico, deslocalización de empresas, caída del emprendimiento, radicalidad sindical y pérdida de valores.

Necesitamos tomar conciencia de nuestra situación real y promover un plan de impulso económico de Euskadi, que permita crear más empleo de calidad y un desarrollo sostenible.