Carlos Herrera-ABC
- Cualquier día la UCO va a acabar entrando en Moncloa
Ya no es lo que ha pasado. Es lo que queda por pasar. Ya no se trata solo del carro de corruptelas y mangancias que ha sido descubierto poco a poco sobre el sanchismo, los escándalos políticos, las cesiones demenciales por conservar la mayoría parlamentaria, la condena ya vertida sobre el fiscal general, el encausamiento definitivo de sus más inmediatos colaboradores, lá denuncia de Anticorrupción que ha llevado a los calabozos a la mamarracha de Leire y nada menos que al vicepresidente de la SEPI, las denuncias de acoso espoleadas por el ‘metoo’ particular del PSOE o las investigaciones pendientes de la UCO… Es lo que le espera.
Ayer supimos de la detención añadida de Antxon Alonso, el socio de Cerdán –el que medió con Otegui, el que poseía la famosa Servinabar que se repartía trabajo (es un decir) y mordidas con Acciona–, con lo que se va completando un mapa siniestro de corrupción y extorsión a empresas del IBEX en el que pringan todos por acción u omisión. También supimos del registro en las dependencias de Plus Ultra, la compañía aérea rescatada con 53 millones por ser supuestamente estratégica para los intereses nacionales. Y entendimos parte de las incógnitas que rodean al tal Vicente Fernández al que Maria Jesús Montero resguardó en su puesto de la SEPI mientras se solventaba su responsabilidad penal en el caso Aznalcóllar, el cual se entretuvo mientras tanto, cómo no, en Servinabar. En el interrogatorio del Senado, el senador Francisco Bernabé, que hizo un excelente trabajo (a ver si toman nota otros entrevistadores del PP en las comisiones de investigación), se reveló el sorprendente patrimonio obtenido en pocos años por Fernández, el cual contrastaba con los sueldos públicos declarados. De Leire, subalterna de Cerdán, poco hay que añadir a lo ya conocido: iba por ahí ofreciendo vídeos de contenido sexual para enfangar a fiscales y su obsesión era bloquear al teniente coronel Balas, el mismo que por orden del juez le ha detenido.
Todo ello siendo de una gravedad palmaria puede quedarse en poco comparado con el calendario judicial y político que le espera al sanchismo: su hermano y su esposa se verán ante sendos tribunales, Koldo y Ábalos otrosí, mientras las investigaciones pendientes siguen su curso. En poco hay elecciones en Extremadura, luego en Aragón, más tarde en Castilla y León y quién sabe si en Andalucía: en todas, las perspectivas socialistas no son muy halagüeñas. Y la madre del cordero: antes o después se investigará la financiación irregular del PSOE, que es cuando se acabará de desatar la tormenta final. Ese es el fin de fiesta explosivo que le espera y que se alargará, indudablemente, más allá de su hipotética permanencia en el poder, sea la que sea. Sorprende que ante ese alud imparable de excrementos pretenda el sanchismo permanecer impasible, como si nada ocurriese, fiándolo todo a un retorno de Puigdemont que les devuelva el control parlamentario.
Cualquier día la UCO va a acabar entrando en Moncloa. Y ya hablaremos de Indra