Marisol Oviaño-Vozpópuli
- Hablan de él como si ya no estuviera entre nosotros y no pudiera volver a hacernos daño
Madrugada del viernes. Esta semana se ha confirmado que se juzgará a Koldo, Ábalos y Aldama por el caso mascarillas, que al lado del caso hidrocarburos es el chocolate del loro. El miércoles detuvieron a Leire Díez, a Vicente Fernández —expresidente de la SEPI que fue hombre de confianza de María Jesús Montero— y a Antxon Alonso —socio de Cerdán en Servinabar—, pero no por las labores de fontanería de la charo matahari, sino por irregularidades en contratos públicos. La causa es secreta, no sé más; pero pinta mal. Y parece que algunos de ellos —o todos— están cantando: el jueves la UCO registró Mercasa, Enusa —en la que Leire fue jefa de comunicación— y Forestalia, empresa muy relacionada con la familia de Susana Sumelzo, presunta amiga íntima de Sánchez. Las malas lenguas aseguran que él viajaba demasiado a Zaragoza sin motivo aparente, aunque seguro que era para confirmar que la energía eólica iba viento en popa por allí. Teniendo en casa a la antigua contable de las saunas ¿quién buscaría aventuras fuera? Pero la crónica policial del jueves no queda ahí: la UDEF —Policía Nacional— registró la sede de Plus Ultra y detuvo al dueño —íntimo de Zapatero— y al CEO.
En su día, los de Ciudadanos investigaron el extraño rescate de la compañía aérea hispanovenezolana y, a raíz de las últimas detenciones, Luis Garicano ha compartido un vídeo muy ilustrativo sobre el asunto. Plus Ultra siempre estuvo en pérdidas, y cuando llegó la covid-19 sólo contaba con un avión operativo —que, encima, era de alquiler—: no tenía ninguna relevancia en la economía española. Aun así, el gobierno la declaró torticeramente “empresa estratégica”, supongo que con la presunta ayuda de una miembra del Consejo de Administración de la SEPI: una tal Aagesen a la que hoy conocemos como ministra Apagón. Cuántas cosas nos pasan a los españoles por culpa de las rubias, parecemos moros.
Presunta mafia internacional
Ahora que Ábalos — alias el putero para la trama de hidrocarburos— ha decidido cantar contra una de las famiglie del PSOE, sabemos que Zapatero le presionó para que rescatáramos a Plus Ultra. Aldama, que es el único que parece decir la verdad y mantiene su versión, asegura que de esos 53 millones de euros que pagamos los españoles para rescatar a una línea aérea cuya existencia desconocíamos, 10 eran para la Internacional Socialista. ¿Y quién preside la Internacional Socialista? Pues eso. Hace cuatro días, el PRI mexicano —ojo cuidao—ha acusado a Sánchez de convertir la IS en “una organización señalada por actos de corrupción y lavado de dinero”. Todo a la vez en todas partes, échale hilo a la cometa. Necesitaríamos unas vacaciones pagadas por los militantes del PSOE para procesar todo esto, que va mucho más allá de la clásica corrupción de construir un polideportivo en un pueblo y comprarte un Jaguar con la mordida de la constructora. Tras esta fiesta hay una presunta mafia internacional con presuntos negocios de petróleo, oro, narco y manipulación política. Y hasta, me atrevería a decir, electoral. Todo presuntamente, ¿eh?
Por si esto fuera poco, parece que todas esas mujeres del PSOE que antes aplaudían a rabiar al Puto Amo se han puesto de acuerdo para denunciar a los jefes babosos que llevan años acosándolas. ¿Casualidad? No lo creo. Algunos se han dado cuenta de que si siguen amarrados al Uno acabarán desapareciendo como en otros países de la UE, por eso se ha dado orden al feminismo de actuar. La prueba de que esto es fuego amigo la tenemos en que el medio elegido para destapar lo de Salazar ha sido el diario.es. Ignoro si dicha orden la ha dado una mujer o un hombre, pero no tengo la más mínima duda de que el objetivo es acabar con Su Persona antes de que Su Persona acabe con el Partido. Le conocen bien y saben que a Sánchez sólo le importa Sánchez.
Las saunas de Sabiniano
Así las cosas, aprovecho el silencio de la noche para navegar por digitales y, sobre todo, por X: si llevara varias semanas en un retiro espiritual y no supiera qué ha pasado estos días, pensaría que Pedro Sánchez ha muerto. Hablan de él como si ya no estuviera entre nosotros y no pudiera volver a hacernos daño. Incluso hay disquisiciones cartesianas para dilucidar si la banda del Peugeot venía con el plan de robar —ese Ábalos epítome de la honradez en la moción de censura— o si se volvieron locos tras probar el poder omnímodo en la pandemia. Quizá esas orgías mientras andábamos encerrados sin poder velar a nuestros muertos y esos contratos multimillonarios que ninguna oposición fiscalizaba los llevó a creerse impunes.
Viernes por la mañana. Anunciar el ascenso a general del jefe de la UCO ha sido un disparo en el pie que lo ha acelerado todo: sus guardias civiles han entrado en Hacienda (María Jesús Montero), Transición Ecológica (Teresa Ribera y Aagesen) y Correos (Ábalos y Óscar Puente) en busca de información sobre corrupción y contratos irregulares. Imagino que quienes anoche creían que Sánchez estaba acabado, hoy creerán que pronto lo enterraremos. Yo, sin embargo, sospecho que aprovechará las larguísimas vacaciones de Navidad para retirarse al bunker a rearmarse. No olvidemos que todavía tiene la munición heredada de Sabiniano. Ni que la semana pasada llegó a un acuerdo secreto con Marruecos. Con él, cualquier cosa es posible.