Olatz Barriuso-El Correo

  • En pleno pulso con Bildu y en proceso de asentar su liderazgo, el presidente del PNV afrontará en enero la resolución de dos de sus grandes apuestas, el rédito de su apoyo a un Sánchez en horas bajas y el futuro del nuevo estatus

El PNV acaba de celebrar su Asamblea General, un corolario en diferido de la que coronó a Aitor Esteban como líder del EBB en marzo pasado en el frontón Atano III de San Sebastián. La convocatoria era de obligado cumplimiento para aprobar los estatutos que quedaron pendientes entonces, tras un extenuante y prolongado proceso interno en el que se consumó el relevo en las ejecutivas territoriales y en la nacional, con la retirada forzosa de Andoni Ortuzar para evitar un tensionamiento extremo de las costuras del partido que podría haber acabado en irremediable fractura. Hoy, casi nueve meses después, la nueva normativa acota a 30 días la duración de la renovación de cargos para limitar el escrutinio público y se acaba de anunciar el fichaje del expresidente del EBB para el consejo de administración de Movistar Plus+, filial de Telefónica, para pasmo de parte de la militancia. «Los mismos que cerraron Euskaltel se pasan al bando español, al servicio de los ricos y poderosos. El PNV berria es el de los nuevos ricos», lamenta un afiliado.

Sin llegar a ese nivel de repulsa, lo cierto es que la incorporación de Ortuzar a la empresa participada por el Gobierno ha sembrado el desconcierto y el temor a que la sombra del «enchufismo» y las «puertas giratorias», los términos que ha empleado EHBildu para criticar la operación, lastren a la sigla justo cuando la coalición soberanista, su mayor rival, había visto frenada su progresión ascendente por el retorno a las prácticas intimidatorias de sus cachorros de Ernai. El último Sociómetro vasco, de hecho, pronosticaba la recuperación de un PNV al alza, capaz de romper el empate con EH Bildu y elevarse dos escaños por encima de la coalición soberanista, con síntomas de haber tocado techo.

Sin embargo, hay pocas certezas ahora mismo en el PNV y sí un claro intento de ganar tiempo mientras se dilucida un asunto que afecta de lleno a los jeltzales –el futuro de un Sánchez en sus horas más bajas– y toma cuerpo el liderazgo de Aitor Esteban, a quien incluso sus cercanos reconocen que «le ha costado arrancar». «Tiene a su favor, sin embargo, que tiene muy altos niveles de conocimiento y valoración, se le respeta fuera y dentro», apunta un cuadro del partido.

Ruido interno

El momento presente refleja a la perfección, de hecho, la encrucijada de un PNV permanentemente acechado por Bildu pero que se resiste a ceder terreno. El ruido interno ha bajado muchos decibelios desde que Ortuzar y Esteban pactaran una solución de compromiso a su enfrentamiento por el poder. Para algunos, porque el actual líder ha sabido reconducir el debate puertas adentro, como demostraría la nula oposición a los estatutos aprobados ayer. Para otros porque la abulia se ha apoderado de las bases, «desfondadas» por la falta de canales de participación interna. «No hay oposición porque la han matado», opinan.

Sea como sea, la primera reválida para Esteban llegará con las urnas, sean las municipales y forales de la primavera de 2027, las primeras que tocan por calendario, o sean, como parece más probable, unas generales anticipadas ante la catarata de escándalos que acosan alPSOE. Y antes de que eso ocurra deberá tomar decisiones y enfrentar su particular hora de la verdad en dos de sus grandes apuestas, el apoyo del PNV al Gobierno de Sánchez, cocinado por Ortuzar en 2018 pero con su participación directa, y la reactivación de las conversaciones a tres bandas con PSE y Bildu para alumbrar una reforma del Estatuto que pueda ser aceptada por Moncloa. Esteban insiste cada vez que tiene ocasión en que «a mediados de enero» será el momento, o bien de rubricar el acuerdo, o bien de desecharlo «si no hay agua en la piscina».

¿Por qué? Porque Sabin Etxea ha interiorizado que ambas cuestiones están relacionadas.La «reválida bilateral» a la que se refirió el lehendakari Pradales en el Foro Expectativas Económicas de ELCORREO es el balance que hará el PNV en enero del cumplimiento de sus acuerdos con el presidente. Los jeltzales mantienen «la esperanza» de que Sánchez haga un «movimiento relevante» de aquí a Nochevieja en materia de transferencias, sea con el puerto de Pasaia o con una parte del paquete de la gestión de la Seguridad Social. Creen que puede tener incentivos para hacerlo si piensa que aún tiene alguna posibilidad de revalidar el Gobierno, por difícil que parezca. Pero saben, al mismo tiempo, que «la baraja ya está rota» al haber salido Junts de la ecuación. «Hagamos lo que hagamos ya da igual».

Si no hay movimientos, el PNV escenificará su distancia con el Gobierno, aunque tendrá difícil revertir la impresión de que su apoyo a Sánchez le ha reportado escasas contrapartidas. En ese caso, será porque Moncloa ha interiorizado ya el ‘game over’. De ahí que Esteban haya situado en enero el punto de inflexión con el nuevo estatus. Si la legislatura se acaba y hay urnas, al PSE no le interesará dejarse pelos en la gatera en un acuerdo sin futuro. Empezará entonces otro relato y le tocará a Esteban escribirlo con pericia.