Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

  • La avalancha de escándalos políticos opaca decisiones clave como la renuncia a los fondos europeos y la condonación de la deuda autonómica

El martes se produjeron tres noticias muy importantes que, sin embargo, sucumbieron aplastadas por la acumulación de datos y la incontable suma de escándalos de la rabiosa actualidad. Tanto, que era difícil encontrarlas en los periódicos del miércoles e imposible en los del jueves. Y, sin embargo amagaban con costarnos todos un montón de dinero, aunque eso ya se sabe que a nadie del Gobierno le importa, a la mayoría de la oposición no le interesa y a los que estamos en medio parece que no nos concierne. Veamos. Por un lado, el Ministerio de Hacienda renunció a solicitar 60.000 millones de los fondos pendientes de recibir de Europa. ¿Se acuerda de aquel montón de dinero que consiguió el presidente Sánchez y por el que fue premiado con un inusual y reverente aplauso de sus ministros? Bueno, pues ahora viene la señora Montero y dice tan pancha que no los vamos a pedir por la contundente razón de que no los necesitamos. ¿Y, entonces, por qué los pidió, para fastidiar al enemigo o por un grosero e imperdonable error de cálculo de las necesidades públicas? Claro, como los médicos están muy bien pagados, los educadores nadan en la abundancia, ya no quedan parientes por enchufar en las empresas del Estado, hemos dejado de invertir en obras públicas para no tener que pagar cohechos y el déficit adelgaza sin parar… nos sobra de todo.

Pero hay más. En el mismo día se ofreció de nuevo a las comunidades autónomas la condonación de 83.000 millones de su deuda pública. No son sumandos homogéneos. Porque el primero supone un ‘lucro cesante’ para las arcas públicas, mientras que el segundo es ‘un daño emergente’. Lo de la condonación es muy curioso. Ya sabe que, en realidad, no se condona nada, pues la deuda seguirá existiendo, solo que aislada en otro epígrafe contable diferente. La señora Montero insiste en que las comunidades autónomas se ahorrarán 4.000 millones de euros al año en intereses, que podrán dedicar a otros menesteres. Aunque la cifra exacta es difícil de precisar, pues depende de la diferencia que exista entre los tipos de interés devengados hasta la fecha y los nuevos contratados en adelante, la cantidad del ahorro conseguido por ellas se compensará con el incremento del abonado por el Estado, de manera que tampoco habrá ahorro alguno.

Sí lo habrá para las comunidades autónomas, analizadas de manera aislada, pero ellas no lo quieren, lo que indigna a la señora Montero que ve la negación unas ganas infantiles de dañar al Gobierno. Pero usted ya sabe que tiene truco. Aceptar la condonación supone dar validez al sistema de financiación singular de Cataluña y eso es en realidad lo que repugna a los barones populares e, incluso, a alguno de los socialistas como Page y Barbón.

Sumen las dos cifras y se quedará cerca de los 150.000 millones de euros. Y qué más da, si solo es dinero y encima no se trata del suyo, o eso cree usted.

La tercera noticia fue el nuevo intento baldío de aprobar la senda del déficit que imposibilita la tramitación de los presupuestos, que siguen aparcados desde la anterior legislatura en espera de que Junts se muestre agradecido por un eventual respaldo a las tesis del Tribunal Constitucional con respecto a la amnistía y le devuelva el favor al PSOE. Aunque nadie sabe si para entonces quedará legislatura hábil para legislar, si no se la cargan entre los Ábalos y los Koldos encarcelados, los Cerdán imputados, los Fernández manos largas de la Sepi, la gran investigadora Leire, los eficaces gestores de Plus Ultra, el gran Fiscal General apresurado, el hermanísimo despistado, la señora Gómez, distraída, los miles de asesores de la Moncloa que habían olvidado todo, los cientos de cargos que no recordaban nada, todos los ministros que miraban pero no veían, todos los funcionarios amigos de Salazar que veían pero callaban y todos los demás que oíamos el clamor del hartazgo y lo confundimos con la algarabía de la fiesta.

Que siga…