Jesús Cuadrado-Vozpópuli
- Parecen afectados por lo que los especialistas denominan “síndrome del avestruz”
A la desesperada. La caída de Sánchez provocaría la vuelta al franquismo y las mujeres no podrían abrir una cuenta en el banco. Así dibuja el panorama la izquierda sanchista, que advierte sobre cuántos males esperan a los españoles cuando Núñez Feijóo sea presidente del Gobierno. Iñaki Gabilondo, por ejemplo, anuncia el desmantelamiento de la sanidad pública. Obviamente, el icono de la izquierda mediática del sanchismo no sabe de qué habla. Para su conocimiento: el porcentaje de camas hospitalarias privadas en Cataluña dobla el de Madrid y el de Asturias -¡izquierda!- supera el de Castilla y León -¡derecha!-. Lo que atentaría contra la viabilidad del Estado de bienestar es prescindir de los centros concertados de titularidad privada en sanidad y educación, como proponen. ¿Es franquista el sistema sueco?
Son ya la izquierda más reaccionaria de Europa. Periodistas y activistas mediáticos, académicos, artistas, desde su apoyo incondicional al Gobierno, aplauden el ataque de Sánchez a la independencia judicial al asegurar que “otras instancias judiciales trasladarán un fallo diferente” al del Supremo en la condena del fiscal general. Conde-Pumpido toma nota del encargo. Todo es, “argumentan”, para cerrar el paso a los franquistas, que vuelven. Han llegado a tal grado de desvarío que aceptan con normalidad que una famosa sanchista de la tele califique como ¡pacifistas! a las bases políticas de ETA. Parecen afectados por lo que los especialistas denominan “síndrome del avestruz”, un pensamiento desordenado que priva a las personas de capacidad para aceptar verdades evidentes.
«El feminismo es nuestro, bonitas»
Una prueba de libro: su feminismo con perspectiva electoral. Nadie ha definido el concepto mejor que Carmen Calvo: “Sl feminismo es nuestro, bonitas”. Ante los casos de acoso contra mujeres que se les amontonan, el Partido Socialista repite un modus operandi practicado antes. En 2013 Oscar López, cuando como número dos de Rubalcaba, pactó con el acosador condenado del caso Nevenka para lograr el Ayuntamiento de Ponferrada, presentó una ficticia dimisión y las “feministas socialistas” encabezadas por Amparo Rubiales crearon una comisión “para que nunca vuelva a pasar”. Como se demostró, un paripé para evitar perder votos. Ahora Pilar Alegría reacciona como entonces el ministro López y, pillada en una comida con Salazar, declaró: “no se tenía que haber producido y fue un error”. Feminismo de quita y pon que deja a todos los Gabilondo del sanchismo con las vergüenzas al aire.
Para interpretar tanto desvarío ideológico, recomiendo la lectura de Los derechos de broma de Pablo de Lora. A cada fracaso en la gestión, sea en vivienda o poder adquisitivo de los salarios, en incapacidad para aprobar los Presupuestos o la financiación autonómica, la salida son declaraciones responsabilizando al capitalismo y decretos para la nada. Sin modificar la Constitución, actúan como en los procesos constituyentes chavistas, en los que se ponen por escrito muchos derechos, pero en resultados, pocas nueces. Así, en la Constitución de Venezuela, figuran 82 derechos fundamentales, mientras en la de Dinamarca, “solo” 21, con los resultados conocidos en uno y otro caso. Cuando escribo, faltan algunas horas para saber los datos de las presidenciales de Chile, pero es seguro que la candidata comunista, apoyada por un gobierno similar al de Sánchez, perderá por goleada. Los chilenos están hartos de políticas de “derechos de broma” con consecuencias nefastas.
En el conglomerado sanchista, la querencia por el chavismo no es exclusiva de Monedero, el exjuez Garzón o Zapatero. Recientemente, en la feria del libro de Guadalajara en México, el escritor Javier Cercas -otro “antifranquista”- se despachó con esta perla: “Cristo se entendería con los zapatistas, pero no se entendería con Vox, porque a los migrantes habría que acogerlos”. No puede ignorar que se refiere a un movimiento guerrillero armado, dirigido, no por indígenas, sino por profesores universitarios “revolucionarios”, como los podemitas de la Complutense. Imagina que un escritor extranjero dijera en España “Cristo se entendería con ETA”. La hipocresía de estos izquierdistas de salón ya la desenmascaró hace 75 años Hannah Arendt en su clásico Los orígenes del totalitarismo, donde se demuestra, de una vez, que nazismo y comunismo son movimientos igualmente dictatoriales y criminales. Eso poco impresiona a antifranquistas de guardia como Cercas y Gabilondo. Lo suyo es resucitar a Franco para salvar a Sánchez. ¡Qué maravilla!