- Reputo una obligación cívica que la oposición le haga un María Corina a Sánchez. Sin necesidad de aspirar al Nobel de la Paz. Conviene organizar un recuento fiable y paralelo al oficial, de resultados indubitados, para contrastarlos con los resultados oficiales que ofrezca en su día Marlaska
Llegados a este nivel de podredumbre, de regodeo en la ilegalidad, de lameculismo mediático, de colonización de las instituciones, hay que esperar cualquier recurso del Frente Popular para mantenerse en el poder. Durante la práctica totalidad de la etapa democrática hemos descartado, por inverosímil, la posibilidad de un pucherazo. Pues bien, vistas y oídas la maquinaria de la autocracia sanchista, más las declaraciones de los socios más salvajes del Régimen («no permitir»), y sabiendo lo que hay en Indra, no solo es verosímil el pucherazo: es probable. Esta probablilidad está en el aire y no se despacha como antes, con cara de escepticismo y apelando al sentido común. Se despacha, o bien de mala leche, o bien intentando obviar el tema.
Reputo una obligación cívica que la oposición le haga un María Corina a Sánchez. Sin necesidad de aspirar al Nobel de la Paz. Conviene organizar un recuento fiable y paralelo al oficial, de resultados indubitados, para contrastarlos con los resultados oficiales que ofrezca en su día Marlaska. Maduro, el gorila financiador de la ‘podemia’, el patrocinador del programa nuclear iraní, el desestabilizador de América, el jefe del Cartel de los Soles, dio un pucherazo de dimensiones monumentales, pero nadie ha considerado legítimo su poder (que se va) gracias al recuento que supo organizar la oposición. Eso es exactamente lo que necesitamos en España. Así pues, lo primero que deberíamos conocer es cómo lo hizo María Corina Machado, como lo hizo la oposición para que sus datos, arrojando un triunfo abrumador para Edmundo González (toda vez que ella había sido dictatorialmente inhabilitada), se tomaran como los verdaderos mientras los del teatro institucional de Maduro se supieran falsos ipso facto.
Lo hicieron como voy a contar. Con la advertencia de que adaptaré a nuestro sistema las particularidades del sistema venezolano, intentando no caer en paralelismos incorrectos. En primer lugar, hay que conseguir un número lo más alto posible de interventores y apoderados, y darles un pequeño cursillo para que sepan lo que deben hacer exactamente en la jornada electoral, y para que conozcan bien los derechos que les asisten. Después hay que asegurarse mediante una buena coordinación (la oposición debería ahorrarse duplicidades) de que todos recogen el acta en papel de cada mesa electoral. Cada uno mostrará el acta a otros miembros de la red para que siempre haya más de una verificación. El acta se fotografía y se envía por dos canales (WhatsApp y otro) a coordinadores que digitalizan los números de las fotos, comprueban su corrección y cargan los resultados en una base central con más de un servidor. Se van realizando comparaciones cruzadas aleatorias. Se revisan manualmente las actas dudosas. Las actas en papel permanecen como garantía final de la limpieza del proceso. Los resultados se hacen públicos al margen de Ministerio. Si no coincidieran, se ofrece toda la información, con plena transparencia, a auditores externos. Hágase esto y… ay de ti, Pedro, si no coinciden, porque serás un apestado en el mundo entero.