Carlos Herrera-ABC
- En el futuro, será difícil que Defensa adjudique contratos sin Indra Escribano
Ala empresa Indra le espera un próximo año lleno de agitación. Empresa global de consultoría y tecnología ligada a ámbitos de la seguridad y la defensa, está participada por la SEPI, tan de actualidad, en un 28 por ciento, siendo sus segundos accionistas los hermanos Escribano, propietarios de EM&M, poseedores del 14,3 por ciento. Después figura Amber Capital, propietaria de Prisa y otros accionistas, en buen numero minoritarios. EM&M comenzó siendo un pequeño taller de Coslada que, gracias a la pericia de sus propietarios, creció exponencialmente hasta convertirse en un ‘holding’ de siete compañías que pronto rondarán los 1.800 empleados. Los contratos de Defensa, diversos –continuados y la mayoría otorgados como único oferente–, los negocios en pandemia como intermediarios, han hecho que la empresa sea valorada por sus dueños en una cantidad que oscila entre los 1.300 y 1.500 millones de euros. Tal vez incluso más. Cuando el fondo soberano de Omán vendió su participación a los propios hermanos en 34 millones en 2022, la empresa quedó valorada en algo más de 100 millones de euros. En tres años EM&M ha crecido notablemente merced a los trabajos que realiza para Indra, pero diversos expertos –y algún consejero que otro– creen que la diferencia entre 100 y 1500 es excesiva. Cuanto menos sorprendente.
Indra, que es presidida por Ángel Escribano –siendo su hermano Javier consejero–, pretende la compra de EM&M con el desembolso que el propio Escribano como propietario reclama. Eso provoca, a decir de no pocos observadores, un claro conflicto de intereses: el comprador también es el vendedor. Y el administrador. El conflicto se establecería en el hecho de decidir la compra, fijar el precio y establecer un intercambio de acciones que haría de los Escribano partícipes de Indra en una proporción parecida a la SEPI. Eso si no supusiera un desembolso directo. Diversos accionistas minoritarios establecen que no se puede negociar con uno mismo y advierten que en este tipo de transacciones el perjudicado suele ser el Estado… y ellos. La operación estaba prevista para este principio de 2026, pero algunas reticencias pueden retrasarla unos meses. En el ínterin pueden ocurrir no pocas cosas que obstaculizarían la compra, por ejemplo la convocatoria de unas elecciones. El sanchismo se niega, como sabemos, siquiera a contemplar otra fecha que no sea 2027, pero el devenir enloquecido de los acontecimientos puede provocar cualquier cosa. Mentes perversas quieren ir más allá, sabiendo que el Gobierno quiere convertir a Indra en una especie de Navantia del Ejército de Tierra. De forma por ahora injustificada piensan que tanto interés en propiciar la fusión responde a oscuras maniobras de financiación irregular del propio PSOE, de lo cual no hay evidencia. Pero esas sospechas planean sobre el acuerdo y entorpecen o ensucian el negocio, que algunos piensan no es mas que un reparto entre altas esferas favorecidas por el poder. En el futuro será difícil que adjudique Defensa algún contrato si no se va de la mano de Indra Escribano, lo cual son interpretaciones de parte, pero que traerán ardor.