Luis Ventoso-El Debate
  • Presentó como candidato a un individuo que va a ser juzgado por enchufar a su hermano David y ha logrado hundir al PSOE, un partido en caída libre

Don Pedro se lo ha currado en Extremadura. Buscó con denuedo un resultado nefasto y lo ha conseguido. Una toña olímpica y bien labrada. Un nuevo éxito electoral.

Don Pedro se puso estupendo y no se privó de nada en estas elecciones autonómicas. Por si no bastasen el carajal de corrupción y abusos sexuales del PSOE y la parálisis del Gobierno, de propina provocó a los extremeños presentando como candidato al compinche de su hermano en el sonado caso de enchufismo en la Diputación de Badajoz. Sánchez, cegado por la egolatría y con su acreditada mala leche, no tuvo mejor idea que mantener como cabeza de cartel a Gallardo, que será juzgado en primavera junto al coautor de la afamada Danza de las chirimoyas. Se trataba además de un candidato que intentó un aforamiento exprés fallido para escaquearse de la justicia. El talante altivo del divo, y su creciente mala relación con la realidad, lo habían llevado incluso a mitinear del ganchete con Gallardo, cuando parafraseando al cineasta gótico Tim Burton podríamos decir que toda España sabía que era «el candidato cadáver». Por lo demás, ¿con qué cara te puedes presentar ante los extremeños cuando tu partido aboga por un cuponazo catalán que los machaca?

Ante la provocación de Sánchez de sostenerla y no enmendarla y competir con el presunto corrupto, lógicamente los extremeños le han propinado un enérgico puntapié al PSOE. Hoy la veterana marca socialista es un partido enfermo. Todo indica que enfilarán la autopista a la inanidad en cuanto expire el penoso experimento que conocemos como sanchismo.

Parte de la sociedad española se deja engatusar por el cañón televisivo de Sánchez y la pantomima de que existe un Gobierno. Pero la realidad es que el PSOE se encuentra en estado terminal y el Gobierno no gobierna. Los socialistas perdieron primero su inexpugnable granero andaluz, donde hoy manda el centro-derecha del sonriente Bonilla con mayoría absoluta. Y ahora cae otro feudo que parecía garantizado, Extremadura, donde siempre habían sido la lista más votada. Guardiola, una político de ideología de centro-izquierda que compite con la escudería PP, se ha impuesto, y Vox logra una notable subida, con un candidato casi desconocido y un Abascal que se echó la campaña a sus espaldas.

El PSOE solo conserva cierta fuerza en Cataluña −donde en realidad es otro partido, el PSC− y en Castilla-La Mancha, gracias al tirón de un enemigo íntimo de Sánchez. En el resto de España aceleran en moto hacia la sima.

No dejen que las televisiones del régimen les calienten la cabeza con el PP y Vox (en TVE anoche parecía que el partido de Abascal había ganado las elecciones). El titular del día es otro: el PSOE ha sido hecho trizas en Extremadura, donde antaño era imbatible y donde ahora gana el PP. Los españoles empiezan a empujar a Sánchez hacia la puerta de salida, y no lo hacen mañana mismo porque el proyecto de autócrata no convoca elecciones, a pesar de que ha perdido su mayoría parlamentaria.

En España, como en toda Europa, hemos entrado en un ciclo de fuerte giro a la derecha (en Extremadura, PP y Vox han logrado casi el 60% de los votos). Aquí ese corrimiento se ve espoleado por el hecho de que el partido hegemónico de la izquierda se ha convertido en un estercolero y está dirigido por un personaje de psique y moral manifiestamente mejorables.

Por último, la jornada deja también un recado para Feijóo. En su afán de pescar votos de desencantados del PSOE, y al situarse en el centro-centro, está perdiendo votos en el flanco diestro. Una pregunta interesante: Guardiola ha ganado con solvencia, pues suma más que toda la izquierda junta, pero… ¿cuántos escaños habría obtenido el PP con un candidato de derecha?