Editorial-El Correo

  • La deficiente gestión de los escándalos impulsa el volantazo a la derecha y el desencanto en el PSOE, aflorado en el descalabro en Extremadura

El fuerte volantazo a la derecha impulsado por las urnas en Extremadura, hasta el domingo territorio de triunfo socialista durante 36 años, pasó ayer por encima de Miguel Ángel Gallardo, el fallido candidato de Pedro Sánchez que insistió en iniciar la carrera electoral con todas las de perder. Los comicios extremeños no solo han acelerado el cambio de ciclo, sino que han sacado a la luz el delicado momento que afronta el PSOE. La deficiente gestión de los escándalos por presuntos casos de corrupción y acoso sexual en el Gobierno de Sánchez y en su partido ha terminado por hacer un daño mayor del previsto entre sus filas. El desencanto entre su propio electorado ha aflorado en una alta abstención y un descalabro del socialismo en uno de los escasos feudos que le quedaba en España, mientras se acelera el voto a Vox, que ha pasado de cero a once escaños en apenas seis años como aglutinador del clima de indignación y protesta.

La reacción del propio Sánchez ayer, 24 horas después de que sus siglas tocaran fondo en aquella comunidad, es sintomática de la crisis. Ni una alusión a la debacle, ni a Gallardo, que todavía ayer, tras presentar su dimisión, se resiste a renunciar a su acta de diputado para mantener el aforamiento como procesado en el juicio por supuestamente haber enchufado al hermano del presidente en la Diputación de Badajoz. Esta vez, tampoco se refirió al eventual peligro que representa el PP de la mano de la extrema derecha, un ascenso que en buena medida ha podido propulsar él mismo por su insuficiente respuesta a los escándalos y por haber mantenido a Gallardo en la pugna con María Guardiola, posiblemente la referencia de los populares más recelosa del trágala con Vox.

En su lugar, aprovechó la comparecencia para confirmar la crisis de Gobierno tras la salida de Pilar Alegría como candidata en las próximas elecciones en Aragón. Conocida su querencia a no dar una puntada sin hilo, la designación como ministra de Educación de Milagros Tolón, exalcaldesa de Toledo, tiene una segunda lectura. No por ser de su cuerda, algo obvio en un nombramiento de esta naturaleza, sino por ser una amenaza velada para el liderazgo en Castilla-La Mancha de Emiliano García Page, uno de los pocos barones del socialismo que aún moviliza a sus votantes a pesar de sus conocidos desmarques de Pedro Sánchez. Golpes de efecto que, a juicio de los partidos situados a la izquierda del PSOE, incluido su socio de coalición Sumar, constituyen una huida hacia adelante del presidente en un nuevo ciclo que se presenta como un Sánchez contra Sánchez.