Gorka Maneiro-Vozpópuli

  • Ya que el PSOE se desangra, que al menos Abascal le impida al PP alcanzar la mayoría absoluta

Antes de dimitir como líder de los socialistas extremeños y, a su vez, amarrarse al escaño para continuar aforado, Miguel Ángel Gallardo se postuló, en la misma noche electoral tras las elecciones autonómicas de Extremadura, como comentarista político en alguno de los medios del régimen, por si finalmente termina en el paro: el candidato socialista afirmó, a la finalización del recuento, que el PP ha fracasado. Y lo dice él, cuyo partido ha pasado de 18 diputados a 10 mientras que el PP, a pesar de no haber alcanzado la mayoría absoluta, llegó a los 29. Y esto en Extremadura, feudo histórico del socialismo durante décadas; claro que esto ocurría cuando el socialismo era otra cosa, antes de que llegaran Sánchez y su cuadrilla populista a destruir el PSOE.

Es el nuevo mantra sanchista que repiten sus lacayos: si el PP no logra mayoría absoluta y depende de Vox para alcanzar la mayoría absoluta, cosecha un fracaso. Ellos, sin embargo, se conforman con mantener un puñado de votos aquí o allá mientras Sánchez habite en la Moncloa, que es lo que realmente importa. Es todo a lo que aspiran: que, aunque el PP siga creciendo, también lo siga haciendo Vox, de modo que el PP siga dependiendo de Vox para gobernar y el PSOE siga acusando al PP de abrazarse a la extrema derecha, de modo que puedan luego presentarse como muro que los detenga. A este paso, el muro será del tamaño de una chincheta. Ya no cuela pero este es el nivel político (e intelectual) del PSOE de Sánchez.

Espantados por la corrupción

Por lo que se ve, el objetivo de Gallardo no era recuperar Extremadura para la izquierda sino tratar de no hacer el ridículo, cosa que tampoco ha logrado, ya que logra el peor resultado de la historia, a cargo del peor candidato que se recuerda, cabeza de cartel del PSOE más infame. Eso sí, continúa aforado, para cuando lleguen los jueces fachas a impartir justicia. Las derechas alcanzan en Extremadura el 60 por ciento de los votos y el PP supera a todas las izquierdas juntas. Es, obviamente, culpa de las derechas, que es como reconocer que es culpa de los votantes que ejercen su derecho a voto. Al PSOE ya no le votan ni los que siempre le votaron, espantados ante un candidato esperpéntico imputado por corrupción y un Sánchez rodeado de corrupción económica y política. El PSOE ha perdido en Extremadura el 60 por ciento de los votos respecto a 2007 y el 45% de los votos respecto a 2023. Un «éxito» en toda regla. Vox está más cerca del PSOE que el PSOE del PP, pero al PSOE esto ya ni le importa: lo que quiere es que el PP dependa de Vox, aunque juntos alcancen la mayoría absoluta. Quien no se consuela es porque no quiere. Y visto lo que rodea a Sánchez y el nivel de la afiliación, todo puede empeorar, salvo que los restos de vida inteligente que pudiera haber en el PSOE pudieran recuperar el poder y zafarse literalmente del líder que está hundiendo a su propio partido. Pero no hay ciego que el que no quiere ver y es posible ya sea demasiado tarde.

En los dos años y medio que ha gobernado el PP, el PSOE ha perdido catorce puntos; si pasan dos años más, se quedan sin dónde aforar a Gallardo y lo hacen embajador en el Vaticano o presidente de Paradores, nunca mejor dicho. Que las puertas giratorias que Sánchez prometió eliminar al menos cobijen a los que vayan quedándose sin escaño. Me temo que no habrá tanta prebenda para tanto fracasado, pero es a día de hoy lo que el PSOE puede ofrecer a sus miembros más obedientes. Gallardo acertó a decir que fueron unas «elecciones difíciles»; sobre todo para él, añado yo. Pero es mejor que se vayan acostumbrando o que convoquen elecciones generales: porque todas lo serán hasta que caiga Sánchez. El PSOE decía que el gobierno de Guardiola había sido un desastre y que Gallardo daría la sorpresa: si fue malo el gobierno del PP, ¡cómo sería la oposición socialista!

Un toque de atención para Feijóo

La que no fue buena fue la campaña del PP, al que le bastó la campaña que Gallardo perpetró y la osadía de presentarse como candidato. Así se las ponían a Fernando VII. En el fondo, Sánchez se basta solo para engordar al PP y a Vox, consecuencia de sus barrabasadas. Pero hasta los extremeños se equivocan y optan por votar a la derecha. Aunque ni siquiera es cuestión de izquierda o de derecha sino de tener un mínimo de vergüenza y de decencia.

Es cierto que el PP ha logrado menos votos que los que logró hace dos años, consecuencia de la menor participación y sus propios errores. Entre tantos escándalos de corrupción política y abusos sexuales del PSOE, que el PP no suba en votos debería ser un toque de atención para Feijóo y sus gerifaltes, estrategas incluidos, de cara a próximas citas electorales y, especialmente, a las elecciones generales. Si bien es cierto que roba votos al PSOE, los pierde por su derecha, quizás más de los esperables. Porque una cosa es centrarse y otra perder el flanco que supuestamente era tuyo. Y otra vez tendremos que recordar que Vox ha venido para quedarse, como quería Sánchez. Y no sólo se queda sino que crece, especialmente entre los jóvenes.  Es, de hecho, el último clavo al que agarrarse que le queda a Sánchez. Ya que el PSOE se desangra para engordar a ambos, que al menos Vox le impida al PP alcanzar la mayoría absoluta. Siempre podrían tratar de resucitar de los escombros para salvarnos de la extrema derecha. El problema es que, para que eso ocurra, alguien tiene que votarles. Y no veo demasiados voluntarios.