Félix Madero-Vozpópoli
- A estas alturas es milagroso que Sánchez, un fracaso en movimiento, pueda estar remodelando y presidiendo el Gobierno de España
Es sorprendente, ¿sorprendente? No, alucinante, ¿Alucinante? No, increíble. ¿Increíble? No, fabuloso. Y así podríamos seguir, gastando adjetivos para mostrar sorpresa de que aún Pedro Sánchez siga donde está. Sí, es impresionante y asombroso que Miguel Ángel Gallardo no haya dimitido. Que el secretario general del PSOE no diga esta boca es mía y siga aguantando porque, si no lo hace, su futuro se complicará hasta dónde sabe y teme. ¿Qué ha de pasar para que este hombre crea, ahora con más consistencia, que los españoles sólo esperan su dimisión o un adelanto electoral? Alguien con tanto apego al poder necesariamente debe de estar preguntándose en qué parte de España pinta algo, dónde le quieren aunque sea poquito. La respuesta es sencilla, sólo en Cataluña. No hay que darle más vueltas. S´ha acabat. No le queda vida política, pero sí rabia. El odio al adversario, la soberbia que gasta y la envidia que lo corroe lo acompañan en su triste final.
Los aficionados a los toros y los diestros más temerarios saben que al toro no conviene darle la espalda cuando está buscando las tablas para sostenerse. Cuántas veces he visto al animal exangüe y aniquilado tirar un derrote buscando el bulto borroso e incierto del torero. El que tuvo retuvo. La casta sólo desaparece con el último aliento. La condición de bravo y violento llegó con la primera leche y terminará siempre con el sonido inconfundible de los cascabeles y campanillas de las mulillas.
Así es como veo a Pedro Sánchez. En las tablas. Apoyando su cuerpo herido en el olivo para no perder la verticalidad y caer al suelo. Está noqueado. Los suyos lo saben, pero tragan ruedas de molino porque no soportan la pregunta de qué harán después del sanchismo. La estocada extremeña ha sido tan honda y certera en el hoyo de las agujas que lo ha dejado para el arrastre. Pero respira, aún respira. Y mira y siente y recuerda y ni siquiera en su momento final quiere olvidar lo que un día creyó ser.
Lo que viene puede ser peor
Sánchez es un hombre superado y, en este momento, más peligroso que antes de las elecciones que lo han enviado al hule. Es sólo el principio de un festejo que escribirá su final lentamente, tal y como ha elegido. Ayer en Extremadura, mañana en Aragón, después en Castilla y León y luego en Andalucía. Que él aguante y trate de evitar el indecoroso trance del desolladero de la política se puede entender. Que quienes lo rodean soporten este escarnio y gran mentira es lo que sorprende. Todo en él es, por utilizar una expresión muy suya, una gran inventada. ¡Qué inventada, Sánchez, qué inventada!
El lunes, después del fracaso sin paliativos de las extremeñas, tras la gran derrota del sanchismo, el rey de las avispas se nos apareció en el plasma para decirnos -como si importara mucho- que había remodelado su Gobierno: portavoz y ministra de Cultura. Dos mujeres, dos, ahora que el machismo y los guarros con carnet del Psoe van saliendo a la luz. Lo de menos es quien va a ser la nueva portavoz. Seguirá hablando como la anterior, siempre poniendo voz a los pensamientos de Sánchez, como si fuera la doña Rogelia de Mari Carmen.
Es más sibilino el nombramiento de Milagros Tolón como ministra de Cultura. La encumbra para la venganza y el ajuste de cuentas, malas consejeras en este momento. Como en el caso anterior da lo mismo si la toledana sirve o no para el cargo. Ahí ha estado Pilar Alegría con los resultados conocidos. Qué más da. Importa el gesto y, más aún, la maniobra. Sánchez no ha tenido tiempo para decirnos qué piensa tras el arreón de los extremeños. Sólo para contarnos la remodelación, y desearnos Feliz Navidad. Pero yo, como muchos de ustedes, y como seguramente Emiliano García Page, no deseamos que nos desee nada. Sólo que nos deje en paz cuanto antes. Sánchez ha nombrado a la ex alcaldesa de Toledo, y hasta ayer delegada del Gobierno en Castilla La Mancha, como secante de Page, al que detesta más que odia. Es su teoría, que está llamada la fracaso, la de nombrar ministros para las candidaturas autonómicas. Pilar Alegría, María Jesús Montero y ahora Milagros Tolón.
El odio y la soberbia
Va a por Emiliano. ¿Por lo que dice, por lo que sugiere, por lo que cuenta en los periódicos? Pues no. En su final Sánchez va a por él y utiliza de muleta a la señora Tolón porque no soporta que García Page gane las elecciones sucesivamente. Y con la absoluta. A estas alturas da igual que la nueva ministra tenga posibilidades de ganar algo. Es la última o penúltima decisión de un ser que se acaba, pero que aún tiene el BOE encima de la mesa. Van a por Page. Lo de menos son las políticas, y menos las ideas y menos todavía el interés general. Muere matando a uno que hace tiempo ya no es de los suyos. El hombre inteligente se recupera pronto del fracaso, el que no lo es jamás se recupera de un éxito. Pero, ¿cuál fue último de Sánchez? ¿De verdad que los suyos recuerdan aquel día, uno, en que deslumbró con sus ideas y sus réditos electorales?
A estas alturas es milagroso que Sánchez, un fracaso en movimiento, pueda estar remodelando y presidiendo el Gobierno de España. Perderán Castilla La Mancha si en el cartel no está la fotografía de García Page, un hombre honrado que ha conseguido el voto y el respeto de quienes no piensan como él. Pero eso, qué más da, cuando el instinto suicida domina la personalidad de quien en su final prepara el último derrote. Aguanta los estertores porque el odio y la soberbia funcionan como paliativos. No es nadie. Sólo una figura trágica y grotesca. Los extremeños se lo han dicho. Que no quiera enterarse es lo de menos. Imposible no recordar hoy a quienes con éxito ganaron elecciones en Extremadura. Allí donde esté, ¿qué pensará Guillermo Fernández Vara? ¿Y qué Juan Carlos Rodríguez Ibarra? Los dos sabían que los políticos fracasan cuando necesitan excusas en lugar de resultados. Anda Emiliano, explícaselo a ver si lo termina de entender.