- El Rey hizo una advertencia que en este momento todo el mundo entiende sin necesidad de explicaciones de terceros: pidió «especial ejemplaridad en el desempeño del conjunto de los poderes públicos». A buen entendedor….
El Rey ha pronunciado esta Navidad un discurso breve, pero de contenidos muy relevantes que deben motivar a todos los españoles a pensar sobre ellos.
Aprovechando el 40 aniversario de la firma del Tratado por el que ingresamos en las Comunidades Europeas y el 50 del inicio de nuestra Transición democrática (es decir, reivindicando que fue el Rey Juan Carlos quien puso en marcha ese proceso) el Rey defendió «nuestra convivencia democrática».
Definió la Transición como «un ejercicio colectivo de responsabilidad» basado en el diálogo que dio el protagonismo al pueblo español. «Supieron salvar sus desacuerdos y transformar la incertidumbre en un sólido punto de partida». Es decir, el Rey reivindica el espíritu de la Transición frente a la polarización que vive nuestra política hoy. Un proceso que permitió llegar a la Constitución de 1978 que, para el Rey y para tantos españoles, es «el conjunto de propósitos compartidos sobre el que se edifica nuestro presente y nuestro vivir juntos».
En un momento en que se produce un auge muy relevante del euroescepticismo, el Rey insiste en que con Europa «compartimos principios y valores y un proyecto común de futuro. Europa no solo trajo modernización y progreso económico y social: afianzó nuestras libertades democráticas». Y dentro de esas libertades democráticas de todos los europeos se puede apoyar un modelo u otro dentro de la construcción europea.
El Rey reclamó la necesidad de tener «visión de país» y «objetivos que compartir», dos conceptos que, sin duda, son un llamamiento contra la polarización que, cada vez más, marca nuestra vida pública. La polarización es lo peor que ha sucedido en España en los últimos años y por eso es bueno que el Rey haga, matizadamente, un llamamiento contra ella como forma de lograr una mejor convivencia. Sólo así puede lograrse la prosperidad que todos necesitamos. Porque como bien dijo Don Felipe, «la convivencia no es un legado imperecedero. No basta con haberlo recibido: es una construcción frágil». Y parece que hoy está amenazada. Por eso el Rey pide que nos preguntemos «sin mirar a nadie, sin buscar responsabilidades ajenas: ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros para fortalecer esa convivencia? ¿Qué líneas rojas no debemos cruzar?» porque, como bien dice el Rey en su llamamiento al país, «las ideas propias nunca pueden ser dogmas, ni las ajenas, amenazas».
Y el Rey hizo una advertencia que en este momento todo el mundo entiende sin necesidad de explicaciones de terceros: pidió «especial ejemplaridad en el desempeño del conjunto de los poderes públicos». A buen entendedor…
Felipe VI cumplió con la alta responsabilidad que tiene al afirmar que «España es, ante todo, un proyecto compartido» y advirtió que «los caminos fáciles no existen. Los nuestros no lo son ni más ni menos que los de nuestros padres o abuelos».
En resumen, el Rey dirigió un mensaje al país con principios claros para que quien quiera entender, entienda, y quien no lo haga sepa que la Corona sigue estando por encima.