José Alejandro Vatra-Vozpópuli
- La favorita de Sánchez arranca su campaña electoral con una ruidosa escabechina entre los disidentes. La leyenda de Ramiro el Monje
Nada más ser nombrado, un cabeza de lista electoral debe cortar cabezas. Más aún si hablamos de Aragón, donde la campana de Huesca es acendrada tradición. Pasar a cuchillo a los sediciosos, facciosos, traidores, desertores y demás gentucilla poco adepta al nuevo liderazgo es tan natural como los tambores de Calanda en Jueves Santo. ¡Salve, don Luis!
Ramiro II, narra la leyenda, rebanó el gaznate a los baroncillos aragoneses que pretendían mangonearle en su reinado. El pobre señor venía de un monasterio -le apodaron ‘el monje’- y apenas sabía de la misa la media. Aconsejado por un abad sabio y de confianza, convocó a todos los nobles rebeldes para que contemplaran la magnífica campana de Huesca cuyo tañido se escucharía en todo el reino. Una performance algo gore puesto que, uno a uno, los fue decapitando conforme subían al campanario, hasta reunir las suficientes testas para formar un círculo tarantinesco en cuyo centro colgó, a modo de badajo, la cabeza del cabecilla, valga la… Llamó luego a los conjurados todavía vivos y les mostró su obra, cuyo eco, en efecto, resonó hasta las lindes de su territorio. Nadie más osó levantarle la voz ni reprocharle una decisión.
Pilar Alegría, como buena maña, ha hecho lo propio. De regreso a su tierra para disputar las elecciones, ha mandado al tacho de los desperdicios a cuanto huele a Lambán, el ex líder socialista recientemente fallecido, y ha elaborado una candidatura a su imagen y semejanza. Una escabechina en toda regla que, de momento, se ha llevado por delante a cinco notables del lugar, que prefirieron renunciar antes que someterse a la humillación de figurar como meros comparsas.
El cacareo contra el PP
Alegría, La Zaida (Zaragoza), 48, diplomada en Magisterio, ocupaba la cartera de Educación, Formación Profesional y Deportes hasta que a Jorge Azcón le dio por adelantar la cita con las urnas. Alegría se quedó sin ministerio y se embarcó en esta aventura condenada al fracaso. Cosas de Pedro, su admiradísimo. Tras la de Gallardo en Extremadura, toca la trompada de Alegría, tan inevitable como el descenso del Ebro cabe el Pilar. Su peculiar sintaxis supera con creces algunos de los giros más ocurrentes de Martínez Soria. Nunca está de más repasar el catálogo de esas ingeniosas pifias con las que animaba a los periodistas, algo aburridos con el cacareo semanal de invectivas contra el PP, tan tedioso como estéril. “Las manifestaciones que se producieron…”. “Insultos y soeces que salen de la boca de Ayuso”. “Contra el machismo, contundencia cero”. “Como dicta la jurisdisprudencia…” Lo último fue llamar “ministro Ábalos” al simpar Bolaños, que estaba a su vera de cuerpo presente. El triministro, con fama de rencoroso acomplejado, se la guarda.
El desplome del PSOE en Aragón se adivina de estrépito, en torno a su suelo histórico de 18 diputados, en tanto que el PP pasaría de los 28 actuales a 30, sin lograr los 34 de la mayoría absoluta. A los socialistas no les queda mayor consuelo que confiar en una repetición del ‘efecto extremeño’, esto es, una subida más que apreciable de Vox, que forzaría al PP a una continua humillación para gobernar. La aritmética democrática.
El fiestón de Teruel
La simpar Alegría, conocida como la Lana Turner del Moncayo, concurre a los comicios del 8 de febrero con las alas cargadas de plomo. No sólo porque sus siglas tienen la ligereza y la prestancia de unas alpargatas mohosas sino porque, en su particular prontuario, tiene dos episodios funestos. Nada se ha aclarado aún sobre su presencia en el Parador de Teruel cuando el escandaloso jolgorio de Ábalos, al que concurrió un cargamento de alegres sobrinas del Sur convocadas, según se dijo, por su lugarteniente Koldo. La ahora candidata, en aquellos días delegada del Gobierno en la región, debió de enterarse de la atronadora francachela, por más profundo que fuera su sueño, como le llegó a media comarca y alrededores, donde se comentaron durante semanas los detalles de tan alegre despendole. Las victimistas explicaciones esgrimidas por la aludida, inconsistentes y lacrimógenas, no lograron superar la línea de lo racionalmente aceptable.
Luego vino la foto con Paco Salazar que se abría la bragueta a la altura de la cara de sus subordinadas, el baboso asesor de Sánchez que fue apartado de la estructura del ala oeste cuando estalló el escándalo. Cuatro meses después de conocerse las denuncias de las compañeras sexualmente hostigadas, Alegría no tuvo mayor ocurrencia que irse a comer plácidamente con el susodicho. Una instantánea delatora publicada en Artículo14 difundió el traspiés, lo que animó una polvareda que todavía no se ha despejado. «Fue una comida privada y personal». Pues peor.
Las sanguijuelas de la periferia
Poco tiene que aportar la degolladora socialista a la batalla de Aragón. Salta al terreno de juego con las manos atadas por los escándalos de sus siglas, sin otro destino que convertirse en la segunda víctima del rosario de derrotas que le esperan a su partido. CyL y Andalucía son las próximas. Anécdotas menores para Sánchez, que ya explicó el lunes a su mansa Ejecutiva que no hay que preocuparse porque, aunque el PSOE palme en estos comicios regionales (en los que perderán cientos de cargos, sueldos, despachos y prebendas, o sea, un tormentón) él continuará en la Moncloa después de las generales porque tiene bien untados a los periféricos liliputienses con cargazos, sueldazos, cuponazos y demás arbitrios de lo que ahora llaman ‘financiación singular’. «Vosotros os sacrifiáis por la causa, porque yo sigo», sentenció. Ellos, mansitos, ni mú. A Alegría, tras la degollina, se la ha puesto cara de mártir. «Esos imbéciles no se han enterado aún de que España es de derechas».