Jon Juaristi-ABC
- ‘Gallardo’, definición de la RAE: 1. Elegante y airoso. 2.Intrépido y valiente
Por lo general, uno no es responsable de su apellido, que puede entrar en contradicción con el carácter físico o moral de la persona. Esto es lo que le pasa, en ambos aspectos, al derrotado candidato sanchista a la presidencia de Extremadura con su nombre de familia, pero se ve que le gusta tanto que no se decide a cambiarlo. Tan empecinado empeño en seguir siendo toda la vida un oxímoron con patas no favorece estéticamente al personaje. Y de lo que se deriva del contraste ético, ya ni hablemos.
El verdadero gallardo extremeño fue Bartolomé José Gallardo (1776-1852), pacense de Campanario, que combatió en partidas patrióticas contra los franceses, amén de poner las bases de la moderna bibliografía española. Don Bartolomé José fue un patriota de Campanario, es decir, un liberal español de primera hora, y no un patriota de campanario como Aitor Esteban, que pretende que el Rey se humille ante el PNV y le pida perdón. Cabe recordar que en la España de Fernando VII se llamaba ‘patriotas’ a los liberales que luchaban por la soberanía nacional, y ‘feotas’ a los absolutistas, defensores de la Fe, de la alianza del Trono y del Altar, hijos de Aitor, de los Cien Mil Hijos de San Luis o de su pajolera madre (Aitor, por cierto, era un símbolo de Fernando VII, al que los absolutistas vascos llamaban «Padre Universal», que eso es lo que significa Aitor). Habría que traducir ‘abertzale’ por ‘feota’, lo que hacía el padre del término, Sabino Arana Goiri, que se inventó el neologismo ‘abertzale’ como sinónimo del eusquérico ‘fededun’, o sea, feota. Pues bien, Aitor Esteban es un feota para nota.
Bartolomé José Gallardo, patriota y no feota, se exilió en Inglaterra tras la restauración del absolutismo por el Rey Felón en 1814. Era un tipo elegante y airoso, intrépido y valiente, no como el derrotado candidato sanchista a la presidencia de Extremadura, elegido por el Felón (para candidato) con la finalidad de salvar de la quema al Chirimoyas, su ‘helmano’. El derrotado candidato, que usurpó el escaño a una diputada autonómica sanchista y a los cuatro sustitutos naturales de aquella para atornillarse en la Asamblea de Extremadura y gozar de inmunidad parlamentaria, solo tiene de gallardo el apellido. Pero, bueno, tampoco es para ponerse muy tiquismiquis con el baranda. Da la media del socialismo contemporáneo, ni fontanero ni valiente: trincón.
Otro gallardo sin tacha, pero de ficción, fue el Gallardo Vizcaíno del Quijote, nada que ver con Aitor Esteban. Se me ocurre que, con la pelea entre don Sancho de Azpeitia y el Ingenioso Hidalgo, Cervantes se cachondeaba de la bronca entre el guipuzcoano Garibay y el toledano Alcocer, cronistas picajosillos, sobre el origen de la nobleza española. Feliz Año, peña.