Pedro J. Ramírez-El Español

EL ESPAÑOL culmina el mágico 2025 de su décimo aniversario, libre y con compromiso.

Y también afronta el crucial 2026 en el que se decidirá el futuro de varias generaciones de españoles, libre y con compromiso.

Eso significa que por nosotros no quedará. Porque nada nos impide cumplir el papel que nos corresponde y tenemos muy claro cuál es nuestro propósito.

La irónica vuelta del calcetín al tópico de las personas solteras o divorciadas en situación de disponibles procede de una de las conferencias del ciclo “La Libertad en el siglo XXI”. Concretamente de la de Javier Gomá, cuando alegó que “la libertad no se contrapone al compromiso, sino al revés, es su presupuesto necesario”.

Su reflexión había ido precedida de una cita de Schumpeter que, a mi entender, termina de marcar tanto el océano como el rumbo por el que navega nuestro periódico: “Darse cuenta de la validez relativa de las convicciones propias y no obstante, defenderlas resueltamente es lo que distingue a un hombre civilizado de un bárbaro”.

Ha sido un lujo incomparable poder actualizar el ideario con el que hace diez años pusimos en marcha este proyecto intelectual con la colaboración de nueve figuras de la dimensión académica, jurídica y empresarial de Carmen Iglesias, Santiago Muñoz Machado, José María Alvárez Pallete, Nieves Segovia, Federico Linares, Pedro González Trevijano, Jaime Olmedo, Luis Garicano y el propio Gomá.

A quien desde ahora me pregunte en qué cree, qué defiende EL ESPAÑOL, le remitiré a esa gavilla de tomas de posición, en poliédrica defensa de la libertad, que ensamblamos junto a la Universidad Camilo José Cela. Permanecerán juntas en nuestra portada todo el tiempo que sea necesario para que su credo humanista cale hasta en el último de nuestros lectores.

Al término de mi propia intervención de cierre advertí sobre la envergadura del desafío que afrontaremos durante el año que ya llama a la puerta: “Por tercera vez en medio siglo de democracia vivimos un monumental intento de encubrimiento de graves tramas de corrupción como consecuencia de la negativa de un jefe de Gobierno a asumir sus flagrantes responsabilidades y pagar políticamente por ellas con su dimisión”.

Reitero que “estoy convencido de que por tercera vez viviremos el triunfo de la información sobre el encubrimiento”, pero cuidado con la prepotencia con que algunos dirigentes del PP, impregnados de cierta soberbia tecnocrática, empiezan a vender la piel del oso antes de cazarlo.

Cuidado con la prepotencia con que algunos dirigentes del PP, impregnados de cierta soberbia tecnocrática, empiezan a vender la piel del oso antes de cazarlo.

Expresiones como la de “Sánchez se va como mucho en el 27” deberían estar prohibidas por el Libro de Estilo de Génova. Porque Sánchez no se irá ni en el 27 ni nunca. Habrá que echarlo heroicamente, compensando con razones y emociones la apabullante ventaja que todo presidente en activo tiene ante las urnas.

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EL ESPAÑOL no hurtará el bulto porque nunca ha habido tantos motivos graves para aconsejar a los españoles que se desembaracen de un gobernante en el mal sentido de la palabra, malo.

Compareceremos en la lid del debate público con la armadura bruñida por el reflejo de estos fastos resplandecientes que acabamos de vivir. Cuando fundamos EL ESPAÑOL, tras mi destitución de El Mundo, nunca imaginamos que celebraríamos nuestro décimo cumpleaños como líderes absolutos de la prensa española, con una empresa próspera y exclusiva tras exclusiva en la portada.

Si los eventos de un periódico son el espejo de su alma, ahí quedó la nueva gala de las Top 100 en el Teatro Real con Hortensia Roig movilizando los corazones en solidaridad con las víctimas de la Dana.

Ahí quedó la V edición del Wake Up Spain, con el rey Felipe VI apoyándose en Stefan Zweig para instarnos a impedir que “el mundo del derecho, los principios y los valores sea el mundo del ayer”. Una advertencia completada por el comisario Kubilius: “Si un país no invierte en su propia defensa, debilita la de los demás”.

Ahí quedó la II edición de los premios Maga de Magas con el mítico repóquer formado por Rosa Calaf, Adela Cortina, Carmen Posadas, Ana Rosa Quintana y Nativel Preciado como galardonadas.

Ahí quedó la noche mágica en que cerramos la Alhambra de Granada para celebrar el talento y el liderazgo femenino junto al grupo de mujeres de Louis Vuitton. Y el premio a la Cultura Europea que de manera coincidente entregamos al cineasta Amenábar.

Ahí quedaron los especialísimos Leones del décimo aniversario concedidos a Ana Botin –“la española más inspiradora del primer cuarto del siglo XXI”— el incombustible Carlos Sáinz, la emergente nadadora Iris Tió y la Organización de Estados Iberoamericanos.

Y ahí quedó la Fiesta de los Mil Leones cuyo eco aun reverbera bajo la bóveda del Ayuntamiento, con su Future Chic y el diálogo de Cruz Sánchez de Lara con el “holograma de Pedro J”.

Además de su brillantez e impacto social, todos estos acontecimientos, a los que hay que añadir los celebrados en Barcelona, Jerez, Toledo, Valencia, Alicante, Málaga, Sevilla, Coruña o Zaragoza, tuvieron el denominador común de que fueron boicoteados por el Gobierno.

No de una manera abstracta sino concreta: el presidente dio orden expresa de que ningún ministro participara en ningún acto de nuestro periódico y cuantos pidieron permiso para sortear la prohibición toparon con un muro. Con “el muro”.

El presidente dio orden expresa de que ningún ministro participara en ningún acto de nuestro periódico y cuantos pidieron permiso para sortear la prohibición toparon con un muro.

Matizo, en la gala de las Top 100 intervino una ministra a título particular —con la condición de no pasar por el photcall— y a la apertura de ‘Wake Up’, Sánchez mandó como “ministro de jornada” a un Secretario de Estado descorbatado, un tal Groizard, para subrayar así su doble desdén por el evento y por la asistencia del monarca.

Lo más irónico de todo es que ‘Wake Up, Spain’ había comenzado tras la pandemia como un proyecto compartido con el propio Sánchez y su equipo. El presidente lo inauguró en sus dos primeras ediciones y no lo hizo la tercera por su inesperado primer viaje a China.

Ahora es evidente que Sánchez condicionaba esa colaboración en un asunto de interés general a que no publicáramos los escándalos de su mujer, de su hermano, de sus secretarios de organización, de su fiscal o de su fontanera. Y menos aun mediante viñetas humorísticas que le dejaran en ridículo.

Ya se sabe como funciona el principio de la degeneración humana: se empieza como adalid de la abolición de la prostitución mientras se vive de ella y se termina actuando como el presidente más maleducado de la democracia.

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El problema es que la mala educación del presidente implica el abandono de obligaciones institucionales y la merma de su capacidad de interlocución con la sociedad. Me cuentan que Zapatero ha intentado convencer en vano a Sánchez de que su método de “matar a besos” a la prensa crítica era más eficiente.

En realidad, con lo que se ha encontrado es con que lo que más vehementemente desea el actual presidente es eliminarnos del mapa a unos cuantos periódicos. Pero la hoja de ruta que trazó en el 24 para conseguirlo ha descarrilado estrepitosamente en el 25.

Todo aquello de la “máquina del fango”, “la fachosfera” y los “seudomedios” ha quedado sepultado bajo la contundencia de las instrucciones judiciales. El presidente y sus secuaces ni siquiera pueden seguir poniendo obsesivamente el foco en una tríada de jueces —Hurtado, Peinado, Biedma— a los que atribuían una animadversión política.

El Supremo ha asumido las tesis del primero, condenando a García Ortiz por 5-2; la Audiencia de Madrid está avalando en lo sustancial la instrucción del segundo; y la jueza extremeña verá pronto en el banquillo a David Sánchez y Gallardo. Pero además hay otra docena de procedimientos abiertos con tribunales y jueces dispares que están poniendo en evidencia la corrupción sistémica del sanchismo.

En este contexto el paquete de medidas contra la prensa, orwellianamente bautizado como “Plan de Acción por la Democracia”, está naufragando entre las directrices europeas, la falta de apoyo en el parlamento y el propio sentido del pudor de su ponente.

El paquete de medidas contra la prensa, orwellianamente bautizado como “Plan de Acción por la Democracia”, está naufragando entre las directrices europeas.

Sánchez pretendía cercar a los medios endureciendo la ley de rectificación, restringiendo el secreto profesional y sobre todo ampliando la protección del honor de todo integrante de su Corte de los Milagros. Año y medio después de aquellos bochornosos cinco días de reflexión, el cercado por los medios independientes es él.

Junto a la mala educación, ya sólo le queda el dinero para atiborrar de recursos a la prensa afín y privar a los críticos de lo que corresponde a sus lectores.

De ahí el escándalo de la televisión pública. A la par que sube su audiencia a golpe de talonario cae en picado su credibilidad. Pronto será como el CIS de Tezanos. Y siento que algunos buenos profesionales —también de los medios concertados— vayan a quedar marcados para siempre por prestarse a lo que se están prestando.

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En cuanto al robo de la publicidad institucional, hace unas semanas leímos con estupor como el sicario jefe colocado en la Moncloa para manipular los criterios de reparto explicaba que su tarea consistía en “ordenar un mercado donde demasiados confunden libertad con barra libre”.

Este cráneo privilegiado, este nuevo censor contra el libertinaje, este perro fiel que muerde a quien se le ordena que tiene que morder, ha encontrado su piedra filosofal en algo tan absurdo como la aplicación de la “tasa de rebote” para invalidar la mayor parte de las audiencias digitales.

Es decir, para no computar de cara a la programación centralizada de la publicidad a aquellos usuarios que, tras leer un artículo de un medio, leen la siguiente historia en otro.

¿No es así como se produce la mayor parte del consumo en agregadores, motores de búsqueda y redes? Por otra parte, es de sentido común que lo importante para un librero no es que un cliente compre más de un libro cada vez, sino que entre muchas veces en la tienda y nunca salga de vacío.

Ningún medio, por consolidado que sea tiene menos de un 50% de “tasa de rebote” pero la práctica totalidad de los nativos digitales, con mayor cuota de lectores jóvenes, pasamos del 70%. Eso explica el truco del almendruco: resulta que en cinco de los siete principales nativos digitales se concentran las revelaciones más embarazosas y las críticas más fundadas contra el Gobierno.

Al margen de que antes o después individuos así tendrán que pagar por sus felonías, tampoco Sánchez ha conseguido taparnos la boca por este procedimiento. La inversión publicitaria del Gobierno va a suponer en 2025 entorno a un 1% de los ingresos de EL ESPAÑOL. Si se eliminaran esas eutrapelias destinadas a castigar a nuestros lectores, oscilaría entre el 5 y el 10%.

Nuestra cuenta de resultados sería más próspera y podríamos contratar a más periodistas, pero mucho más importante que eso es nuestra capacidad de transformación y adaptación a la nueva era que la tecnología está implantando en los medios.

Al margen de que antes o después individuos así tendrán que pagar por sus felonías, tampoco Sánchez ha conseguido taparnos la boca por este procedimiento.

Esos son nuestros sueños: hacer de EL ESPAÑOL un periódico multicanal mejor, descubrir todo lo que el poder sigue ocultando y dar a nuestros lectores elementos de juicio a la hora de votar con conocimiento de causa.

Los sueños del Gobierno son más bien de carácter hipnagógico. Corresponden a esa primera cabezada en la que surgen las alucinaciones mientras todo se empequeñece y banaliza.

Por eso Bolaños sueña con un babel multiconfesional y felicita las fiestas a la “comunidad cristiana en este día en el que conmemora el nacimiento de Jesús” como si fuera ministro de un Gobierno del Líbano. Madre mía.

Por eso Óscar Puente, el ministro camorrista, equipara a Feijóo y Mazón con Franco y Millán Astray, sin darse cuenta de que es a él a quien contratarían de extra si hubiera que volver a filmar la bronca de Salamanca.

Por eso Pedro Sánchez parece haber descubierto que su próxima vocación, cuando le echen de la Moncloa y de Ferraz, será aprovechar su labia y buena planta para hacer “house tours en plan Isabel Preysler”. Doy por hecho que lo siguiente será ofrecerle a ella que presida los Consejos de Ministros.

En fin, que la más certera ha sido Diana Morant, al felicitar la Navidad con la imagen de un eclipse y advertir que se avecinan tres. Supongo que se referirá a los de Pilar Alegría, María Jesús Montero y ella misma. Lo mejor que Sánchez tiene para ofrecer a aragoneses, andaluces y valencianos.

Por eso estoy convencido de que, si 2025 ha sido un digno émulo de aquel tremendo 1995, también 2026 resultará tan clarificador como lo fue 1996. Extremadura ha abierto el camino para que la victoria no sea esta vez “amarga”.