Gorka Maneiro-Vozpópuli
- Es la opción que podría cambiar el panorama electoral o al menos dar una patada en el tablero
La izquierda reaccionaria ubicada a la izquierda reaccionaria del PSOE parece que está organizándose para presentarse unida a las próximas citas electorales, de modo que pueda obtener el mayor número de votos y representación institucional posible. Se trata de una nueva versión de lo que ha venido ocurriendo en los últimos tiempos, sólo que con menos miembros o con miembros venidos a menos: no sólo no estará Podemos sino que tampoco formará parte del nuevo proyecto Compromís, que prefiere ir en solitario y centrarse en la Comunidad Valenciana, al menos de momento. También es verdad que no suma quien quiere sino quien puede, y que hay quien por mucho que quiera sumar, resta.
Antonio Maíllo, líder de IU, nos habla de «frente amplio» para «mantener un gobierno de progreso y de izquierdas en España», aunque mucho me temo que será más frente que amplio, y no tanto para mantener un gobierno de izquierdas como para mantenerse en la oposición frente a uno de derechas. Por méritos propios, todo hay que decirlo. En todo caso, está bien saber desde un principio que su objetivo es servir al PSOE, por si a alguno se le ocurre que para eso es mejor votar directamente al PSOE. Por otro lado, hace tiempo que los gobiernos de izquierdas no son progresistas, al menos desde que optó por defender las pequeñas identidades o los nacionalismos disgregadores antes que el bien común, la igualdad ciudadana y la unidad del Estado frente a quienes quieren romperlo.
Podemos, a su bola
En el nuevo engendro estará Sumar, copartícipe del Gobierno de Sánchez, a quien supongo que criticará en cuanto se convoquen las elecciones de alguna manera que muero por ver, más que nada para echarnos unas risas. Y es que los de Yolanda Díaz lo mismo están en misa que repicando, o sea, haciendo dos cosas contradictorias a la vez: estar dentro y fuera del Gobierno de España, crítico y, a la vez, copartícipe de sus políticas… y cómplice de su corrupción. Mejor su propia corrupción que las políticas de la derecha, vienen a defender, lo contrario de lo que proponía Julio Anguita.
De que Yolanda Díaz pueda hacer dos cosas a la vez no tengo ninguna duda… siempre y cuando sean dos cosas contradictorias. Lo que parece que los miembros de la nueva coalición no quieren es que ella sea la candidata: y es que, como he dicho arriba, pretenden obtener el mayor número de votos posible, y ella no suma sino que resta, como se ha venido demostrando. Ahí sí que demuestran tener ciertas luces para evitar liderazgos ya fracasados. No hay cosa como conocerse.
Así que la propuesta es un poco lo de siempre: que haya un partido o varios partidos unidos a la izquierda del PSOE, una especie de nueva versión de lo que vino a ser IU sólo que con el añadido de partidos minoritarios más localistas, regionalistas o nacionalistas que auténticamente de izquierdas, o sea, IU y poco más o, en el fondo, un poco lo que siempre fue IU. Y sin Podemos, que prefiere hacer la guerra por su cuenta para mantener sus políticas y su identidad. Y con el problema añadido de que los jóvenes a quienes pretenden sumar se han venido derechizando o, al menos, han ido huyendo de los modos y las políticas de Sánchez, que de tanto luchar contra la derecha, la ha fortalecido y espoleado.
Otra cosa sería que el nuevo frente «de izquierdas» que se pretende incorporara al PSOE, lo que vendría a ser una versión moderna del otrora Frente Popular, lo que de verdad podría poner en cuestión el nuevo gobierno PP-Vox que ya se vislumbra y un terremoto de los de verdad en el tablero político. Todo lo demás es jugar a chica o darse mus hasta que entren mejores cartas… o esperar a jugar una nueva partida una vez que el PSOE definitivamente se desmorone. Pero al PSOE no lo quieren como aliado preelectoral no vayan a contaminarlos su corrupción y sus mentiras; lo prefieren como aliado posterior… así que antes mejor disimular que se está en contra de su corrupción y sus mentiras.
Habilidoso francotirador
Si os digo la verdad, yo lo que quiero es que esa plataforma electoral, o como quiera llamarse, que algunos imaginan más amplia la lidere Rufián, tal como se comenta en ciertos mentideros y él dejó entrever. Es la opción que podría cambiar el panorama electoral o al menos dar una patada en el tablero. O al menos mantenernos entretenidos un tiempo, lo cual siempre se agradece. Puestos a elegir, casi prefiero a un nacionalista que se postule para representar al conjunto de los españoles que una lista supuestamente nacional para defender después y a traición los intereses de los separatistas, como últimamente ha venido ocurriendo.
Rufián, tras superar su primera etapa de infantilismo e inmadurez, ha ganado adeptos y goza ahora de cierto predicamento en algunas regiones de España, especialmente entre los jóvenes. Como francotirador habilidoso que maneja las artes parlamentarias, habla de algunas de las cosas que les afectan, como la precariedad laboral o la vivienda, sean o no sean correctas algunas de sus propuestas. Y su modo directo gusta sobre todo porque se entiende y no se anda por las ramas. Habla como se habla en la calle. O sea, no es como Maíllo u Óscar López, dinosaurios casposos de la política. Y maneja las redes sociales. Y, cuando habla, parece que dice lo que de verdad piensa, lo que es un lujo en estos tiempos que corren.
De momento, con la corrupción del PSOE no se ha atrevido: amaga pero no da, no vaya a ser que perjudique sus intereses. En muchas regiones no quieren verlo ni en pintura, más que nada porque, directa o indirectamente, las ha insultado, de viva voz o con sus propuestas, como a la propia Andalucía. Pero en política es mejor que te odien que no que te ignoren. Es una propuesta que de momento rechaza liderar pero de la que él mismo habló: «Esa izquierda plurinacional que durante tanto tiempo se ha pedido».
Rufián tendría, eso sí, que cabalgar todas las contradicciones imaginables: su pretensión de romper el Estado y alcanzar ilegalmente la independencia, su modelo de financiación privilegiada para Cataluña a costa del resto de comunidades autónomas, o su política lingüística que perjudica a los castellanohablantes, especialmente si residen en Cataluña. Y la mayor contradicción posible: pedir el voto a los españoles para terminar definitivamente con España. Adelante, Rufián. Que no se diga que no te atreves.