Miquel Giménez-Vozpópuli

  • El Congreso está lleno de partidos que ni respetan la Constitución ni la Ley, léase bilduetarras, golpistas separatistas, comunistas y demás

Entiendo que plantearse la utilidad de aquellos que se arrogan la representatividad de la sociedad sea acogido con un sonoro ¡Vade Retro! y el riesgo clarísimo de que te acusen de fascista. Pero afirmo que los partidos, al menos en la España de hoy, ni sirven para nada, ni representan a nadie que no sean sus propios intereses o los de aquellos que los patrocinan desde la sombra. Ni siquiera son constitucionales. ¿Les extraña? Según la Constitución Española, Artículo 6, “Los partidos políticos son instrumentos fundamentales para la participación política, que expresan el pluralismo político, concurren a formar y manifestar la voluntad popular, y su creación y actividad son libres siempre que respeten la Constitución y la Ley, exigiendo una estructura interna y funcionamiento democráticos”. Ahí tienen la demostración.

El Congreso está lleno de partidos que ni respetan la Constitución ni la Ley, léase bilduetarras, golpistas separatistas, comunistas y demás. En lo que respecta al funcionamiento democrático que se les exige, por favor, no me hagan reír. No hay ni uno, ¡ni uno!, que no se rija por una férrea estructura piramidal en la que las bases sólo pueden aplaudir al líder. Puros Coros y Danzas. Stricto sensu, no hay un solo partido que pueda declararse perfectamente constitucional.

Añadamos que los partidos reciben dinero del contribuyente, un abuso incomprensible puesto que también sufragamos los gastos de los sindicatos y las patronales. La realidad es que si todos estos señores tuvieran que subsistir con las menguadas cotizaciones de sus integrantes no durarían un día salvo, quizá, las patronales. La conclusión es inevitable: estamos pagando a unos partidos, por ceñirnos al tema del artículo, que sólo saben mangonear el poder y el reparto del mismo entre ellos, de espaldas a la ciudadanía e incluso – véase Sánchez – de su propio electorado.

Mantenemos una panda que sirve a sus jefes, creando burocracias terribles, clientelismo, sembrando discordia y sin el menor fruto para la Nación. Dejemos a un lado las inmensas redes de corrupción urdidas alrededor de estos, que eso sería demasiado largo de explicar en este reducido espacio. Sólo lo que se llevan en A es un escándalo: en España se estima que existen 69.824 cargos públicos, aunque hay estudios que aseguran que son más 90.000 y que si sumamos a estos los asesores, cargos de confianza y demás la cosa se pondría en 300.000. Incluso hemos visto en algunos trabajos estadísticos que podrán alcanzar los 400.000.

Somos el país de Europa con más gente que vive del partido. Del que sea, ojo. ¿Y eso de qué nos sirve a los ciudadanos de a pie? Si no saben pactar, si no consiguen llegar a entenderse en asuntos de interés nacional, si muchos sólo viven para destruir al adversario, si reina el malgobierno, insisto, ¿para qué sirven los partidos? A ustedes y a mí, de nada; a los que chupan del bote, de mucho. Lo digo hace tiempo: España necesita un reset.