Santiago González, EL MUNDO, 14/9/11
El 14 de abril de 2004, día en el que Zapatero fue investido por vez primera presidente del Gobierno, los nacionalistas de uno y otro signo estaban lejos de saber el jugo que podían sacarle al joven presidente socialista, pero, por si acaso, tanteaban. Joan Puigcercós ya reclamó entonces lo que ayer mismo seguía exigiendo Convergencia i Unió: la oficialidad del catalán en la Unión Europea. «No sé si estaremos a tiempo», respondió el interpelado, «pero vamos a intentarlo».
Ha sido el Grupo Parlamentario Catalán en el Congreso, gran sinécdoque, quien por boca de Jordi Xuclà pidió ayer la oficialidad. Croacia formalizará su plena integración para mediados de 2013 y los convergentes han pensado que ya, aprovechando el viaje, total quémás les da, hombre. La reclamación que ayer hizo el diputado Xuclá es una prueba de moderación y prudencia. Aprovechando la integración plena de Croacia, ¿no habría sido más adecuado, analógicamente hablando, pedir la plena integración de Cataluña a solas en el Tratado de la Unión?
De hecho, la reclamación de la oficialidad de su lengua es un gesto simbólico más de los que tanto gustan a los nacionalistas, una muestra de fetichismo. No es probable que la UE esté por la tarea de buscarse una complicación innecesaria. Hay en su seno 120 lenguas oficiales, pero no se emplean, (harían falta 14.161 traductores). Las traducciones se hacen a través de una lengua pivote, que suele ser el inglés o el francés. Como las versiones sucesivas pierden precisión, cuestión muy importante en asuntos técnicamente complejos, los europarlamentarios renuncian en la práctica al uso de su lengua materna y se expresan en uno de los tres idiomas de trabajo de la Unión: inglés, francés o alemán.
«Somos los croatas de España», sería un gran eslogan para llevar el catalán a la UE. Losmodelos exteriores siempre han influido mucho a nuestros nacionalistas. En enero de 1992, el entonces diputado de EA, Joseba Azkarraga, dijo durante una conferencia en Bilbao: «Nos acusan de utopía, pero ¿alguien podía pensar hace dos o tres años que el Estado yugoslavo se iba a desmembrar? Eso demuestra que vamos de acuerdo con los vientos de la Historia». En aquel año la guerra de los Balcanes estaba en todo su esplendor.
El catalán fue doblemente protagonista por la iniciativa de ERC, que salió adelante apoyada por el PSOE, los nacionalistas e IU. En contra, el PP, UPN y UPyD. Nunca tantos diputados se habían mostrado favorables a ignorar una resolución judicial, la del TSJC en este caso. El portavoz del PSOE, que es hombre de leyes, se apoyó en el criterio de eficacia: la inmersión ha demostrado que funciona y que produce la igualdad entre el castellano y el catalán. Qué tontería. Alonso debería saber que el castellano y el catalán no son iguales: ni en vocabulario, ni en sintaxis, ni en número de hablantes. La igualdad no es para las lenguas, sino para sus hablantes, los ciudadanos.
Santiago González, EL MUNDO, 14/9/11