Editorial, LA VANGUARDIA, 14/10/11
Son estas semanas que faltan hasta las elecciones del 20-N ciertamente atípicas en la democracia española y, sobre todo, en los últimos años. El hecho de que haya una coincidencia absoluta en las diferentes encuestas que se están publicando y que hasta la fecha ninguna haya quitado a los populares la mayoría absoluta ha abierto un debate sobre si en el gobierno de Mariano Rajoy habrá o no presencia de otras fuerzas políticas. El presidente del PP ya dejó dicho en Málaga el pasado fin de semana que iba a gobernar para todos y que pensaba pedir apoyos más allá de su formación política ya que se va a encontrar un país con múltiples crisis. Obviamente, la económica. Pero también la institucional y la territorial. ¿Está pensando en CiU y PNV? Nada se había movido desde aquel día en Andalucía, entre otras cosas, quizás, porque quien más diputados va a sumar del mundo nacionalista, la formación catalana, no está, seguramente, para este tipo de debates tradicionalmente más propios del día después del 20-N. También porque CiU tiene su propia hoja de ruta en el pacto fiscal. La posición del PNV no es exactamente la misma, ya que aún es oposición en el País Vasco, su política en Madrid se mueve en otras coordenadas y depende de cómo juegue sus cartas puede quedarse sin el ansiado trofeo del gobierno de Ajuria Enea. Quizás haya que leer muy a fondo las palabras del presidente del PNV, Iñigo Urkullu, en el programa Así son las mañanas de Buruaga, que dejan abierta la incorporación de los nacionalistas vascos al gobierno de Rajoy si hay una hoja de ruta clara y «un planteamiento cabal». ¿Qué escenario se abriría en este supuesto? ¿Cómo jugaría CiU sus cartas?
Editorial, LA VANGUARDIA, 14/10/11