Urkullu apela al orgullo de pertenecer al PNV: «Somos más que un partido»

EL CORREO, 19/11/11

Los jeltzales echan el resto en La Casilla y defienden su apuesta por el «posibilismo» con un repaso a los logros históricos del partido

El PNV se mantuvo fiel ayer al viejo principio según el cual todo cierre de campaña que se precie exige tirar la casa por la ventana. En la escenografía, en el tono y en el mensaje, puestos al servicio de una especie de gozosa celebración del ‘modelo PNV’ y, por lo tanto, del orgullo de pertenecer o simpatizar con una organización política que siempre ha presumido de ser más que un partido. Una especie de movimiento o de país en marcha. Ayer, Iñigo Urkullu lo expresó en voz alta al hablar con especial énfasis de «partido». «Las cosas claras, somos más que un partido. Somos el Partido Nacionalista Vasco. El primer partido de Euskadi», tronó, para dejar claro quién puede seguir llevando el artículo determinado por delante a pesar de la progresiva pérdida de poder institucional de la que se ha resentido en los últimos tiempos.

LAS FRASES
IÑIGO URKULLU |
PRESIDENTE DEL PNV
«Habrá nuevo estatus político. Lo vamos a lograr. No hay quien nos pare, os lo prometo»
JOSU ERKOREKA
| CANDIDATO POR BIZKAIA
«Hay que tener cara dura para decir que 1.265 millones de euros y 18 traspasos son migajas»

En las hojas impresas con el discurso, ‘partido’ aparece siempre con mayúsculas, igual que pueblo o nación. Y en ese detalle se resume el mensaje que el líder del EBB quiso lanzar desde la tribuna de un pabellón de La Casilla propenso al aplauso, que dedicó ovación de gala al candidato vizcaíno, Josu Erkoreka, y al propio Urkullu. Bizkaia es el feudo jeltzale y por eso en Bizkaia pone el PNV broche a las campañas. Hasta las charangas que, junto a los cabezudos, daban un tinte de festejo popular al acto, tocaron el himno del Athletic.

Lapsus al margen, los cabezas de lista de los tres territorios tuvieron su momento -con especial recuerdo de Urkullu a Uxue Barkos y a los «hermanos» navarros- para hilvanar discursos emotivos, intensos. El alavés Olabarria citó a Lauaxeta para constatar que «con Euskadi nos pasa como con nuestros hijos, que moriríamos por ellos». «Somos de fiar», animó la guipuzcoana Arantza Tapia. Erkoreka insistió en que Euskadi es «nuestra casa, la única que tenemos» y que a esa «aitaren etxera» volverá cada fin de semana desde Madrid. Directos al corazón del votante abertzale, no siempre presto a salir de casa en una cita que suele ver con distancia, pero que Urkullu bautizó como «elecciones generales vascas». «¡Euskadi se la juega!», advirtió, en otro alegato contra el «bipartidismo rampante» que busca «diluir y debilitar Euskadi».

El partido fue la clave de bóveda de todo el discurso. El partido como agente movilizador. Urkullu llamó a tener preparada toda la «infantería social». Animó a los militantes a llamar a sus amigos y conocidos y convencer «hasta el último indeciso». Euskadi se la juega, insistió, porque está en juego superar en votos a la izquierda abertzale y «leer la cartilla a quien se presenta ante el pueblo sin un programa». «¡Podemos!», gritó, con los puños en alto, para animar la pelea, que se prevé encarnizada, en el seno del nacionalismo.

«Modernidad y antigüedad»

El partido, también, como defensor único de los intereses de Euskadi. Los rivales, por no tener, no tuvieron ni nombre en el discurso de Urkullu, que se refirió a ellos como «los unos» -el PSE-, los otros -Amaiur- y «los de más allá» -el PP-. Al PP y al PSOE les afeó que se hayan desentendido «de su España quebrada y al borde de la intervención» salvo para «echársela en cara». A los «revolucionarios del pasado» -la izquierda abertzale-, que hayan tirado 34 años «a la basura». Incluso se permitió un juego de palabras con el apellido del aspirante vizcaíno de Amaiur para subrayar que «Euskadi necesita modernidad, no antigüedad». A los populares, finalmente, les recriminó que permanezcan «pasmados y callados» ante los agravios a Euskadi.

Y el partido, sobre todo, como trayectoria y como expresión del «acierto» de una apuesta histórica por el «posibilismo» frente a la «ruptura» que proponía la izquierda abertzale en 1977. «¡Acertamos!», proclamó Urkullu, que hizo un repaso de «los logros del partido», siempre en clave pragmática. La mirada fue amplia y se ocupó de los avances en el autogobierno, de la construcción del armazón institucional que llegó a costar una escisión -«nos rompimos»-, de las transferencias. Y dio para recordar a casi todos: a Makua, Ollora, Labayen y Cuerda, a Mario Fernández, a un emocionado Ardanza por su «legado de acuerdo y progreso», a Ibarretxe, que no estuvo, y también a Iñaki Azkuna, por el reconocimiento europeo a su gestión. Incluso a Xabier Arzalluz, por su célebre máxima de subir la montaña de la soberanía vasca dando vueltas y no por la pendiente más escarpada. «Acertó».

EL CORREO, 19/11/11