La ciudadanía tiene la palabra. Un total de 1.728.984 electores de la Comunidad Autónoma Vasca deciden hoy el futuro de las diputaciones y ayuntamientos para los próximos cuatro años. De ellos, 557.175 residen en Gipuzkoa, que tiene la llave de los comicios forales y municipales en Euskadi, con permiso de Álava.
El territorio guipuzcoano será el que experimente el mayor cambio en su mapa como consecuencia de la vuelta completa a las urnas de la sensibilidad de la izquierda abertzale, tras una década de ilegalización, a través de Bildu, una coalición soberanista formada por EA, Alternatiba e independientes de izquierdas. Bildu debuta, además, en un clima de normalización casi inédito, con ETA en tregua y sin prácticamente amenazas ni acoso contra ninguno de los partidos, que han podido desarrollar la campaña con tranquilidad. Otro factor novedoso es la progresiva evolución de la izquierda abertzale en su desmarque de la violencia de ETA, a la espera de poder contar con su propio partido, Sortu.
Las encuestas han otorgado la victoria al PNV en Gipuzkoa, que aspira a recuperar su hegemonía en este territorio. Pero la capacidad de movilización de Bildu y la ola creada tras su aprobación ‘in extremis’ por el Tribunal Constitucional, hace que no sea descabellado pensar en un posible triunfo de la coalición, aunque sin llegar a las cotas históricas logradas por EH en la época de Lizarra. La victoria, no obstante, no aseguraría a Bildu el gobierno, ya que los grandes partidos no están dispuestos a pactar con una fuerza que cuestiona los principales proyectos estratégicos del territorio impulsados durante la legislatura que ahora finaliza.
Por tanto, el ganador de la dupla entre PNV y PSE-EE podría ser el encargado de intentar formar gobierno, con PP y Aralar a la expectativa para comprobar su capacidad de inclinar la balanza hacia uno u otro lado. No es descartable que peneuvistas y socialistas acaben entendiéndose, sobre todo si Olano supera Buen. La situación podría complicarse, no obstante, si Bildu lograra un triunfo muy holgado. Otras fuerzas como EB o Hamaikabat aspiran, asimismo, a tener algo que decir. Parece difícil articular mayorías absolutas y el que gobierne deberá apoyarse en acuerdos puntuales con otros.
Los candidatos al Ayuntamientos de San Sebastián estarán atento a lo que se cueza en la plaza de Gipuzkoa, ya que las negociaciones para la Diputación foral pueden acabar afectando a la capital donostiarra, en la que el socialista Odón Elorza confía en ganar con la suficiente ventaja para desactivar cualquier entente del resto de grupos para desbancarle.
Álava será el otro laberinto a descifrar, dado que en Vizcaya el PNV tiene bastantes garantías de un triunfo solvente tanto en Juntas como en Bilbao. PNV, PP y PSE-EE se juegan la Diputación alavesa y Vitoria en un puñado de votos. Los populares esperan ganar y contar con el respaldo de los socialistas para volver al gobierno foral. El PSE debe resistir como sea para retener Vitoria, aunque lo tendrá difícil.
El pacto en Euskadi entre PSE-EE y PP pasará una nueva prueba de fuego en Álava, ya que Antonio Basagoiti lleva dos años recordando al lehendakari la necesidad de un cambio en este territorio, ahora en manos del PNV. Y es que la cita de hoy también tiene su derivada autonómica, con un PNV que busca salir reforzado hoy de las urnas para desde esa base acometer la reconquista de Ajuria Enea en 2013.
Para ello, necesita por lo menos controlar Gipuzkoa y Vizcaya. En Álava los sondeos le dan un buen resultado que les puede permitir complicar la vida a socialistas y populares y reabrir contradicciones en su seno. Los jeltzales son conscientes de que numéricamente pueden ser los más perjudicados en las elecciones de hoy por la vuelta de Bildu. Por el contrario, interpretan que a la larga, en las comicios vascos de dentro de dos años, el nuevo mapa político completo les beneficiará para recuperar el Gobierno Vasco, al dificultar una mayoría constitucionalista.
En Navarra, todo apunta a un triunfo de los regionalistas de UPN de Yolanda Barcina, que podría gobernar sin problemas con el apoyo del PSN, o incluso del PP, en la mejor de sus hipótesis. Los nacionalistas vascos, divididos entre Nafarroa Bai y Bildu, aspiran a seguir creciendo, aunque sólo podrían evitar un gobierno de UPN con el apoyo, más que improbable, de los socialistas navarros.
Las formaciones vascas acudirán también a las urnas con un ojo en las movilizaciones del 15M, que en Euskadi han tenido menos eco, por lo que los partidos confían en que no influya en la abstención.
EL DIARIO VASCO, 22/5/2011