Editorial, LA VANGUARDIA, 2/12/11
Mariano Rajoy ha empezado a enviar señales sobre lo que serán sus principales preocupaciones como presidente del Gobierno. Anteayer, se reunió con Cándido Méndez, Ignacio Fernández Toxo y Juan Rosell con el objetivo de alentar un pronto acuerdo de los principales agentes sociales sobre la reforma laboral, que debería estar a punto tras la festividad de Reyes. Y ayer, el líder popular celebró un encuentro con los barones territoriales del PP, entre los que están los diversos presidentes autonómicos con que cuenta la formación que va a dirigir muy pronto el Gobierno central. El mensaje principal de esta reunión fue reforzar el compromiso de todos los dirigentes regionales con la reducción del déficit y dejar clara la necesidad de hacer más eficientes las administraciones públicas, tarea que incluye eliminar duplicidades entre comunidades y ayuntamientos. Aunque la cuestión no se abordó, no se descarta que el nuevo ejecutivo popular amplíe el plazo para la devolución de la deuda que las autonomías mantienen con el Estado por los adelantos que este concretó en los años 2008 y 2009, siempre al albur de la situación de las arcas públicas.
Con sus primeros movimientos como presidente electo, Rajoy lanza mensajes convenientes sobre aspectos que urgen. La colaboración con sindicatos y con patronales deberá hacerse patente desde el primer momento no sólo para culminar con éxito una reforma laboral imprescindible y que marcará también la actitud del país ante los mercados y las autoridades de la UE. Sabedor de que sus primeras decisiones van a analizarse con lupa, el líder popular prepara el terreno y se anticipa a una labor que será dura e intensa.
Las autonomías, especialmente las dirigidas por los populares (que son la mayoría), serán la prueba del algodón de la voluntad de austeridad manifestada por Rajoy. El esfuerzo que deben hacer todas las administraciones para cambiar de paradigma y hacer sostenibles unos servicios que ya no pueden enfocarse como los últimos años exige que, desde la Moncloa, se marque una pauta clara. Los barones del PP están llamados a dar ejemplo y a ilustrar sin dilaciones los principios bajo los cuales se lleven a cabo los ajustes. En Catalunya, donde el Govern presidido por Artur Mas inició esta tarea hace un año, se ha contemplado con extrañeza que, en el resto del Estado, se haya postergado tanto una misión sensible y compleja como esta.
Mucho se ha especulado sobre si Rajoy debía actuar y hablar con mayor celeridad desde el pasado día 20 de noviembre. Se trata de un debate algo engañoso, puesto que los tiempos de las liturgias democráticas institucionales son los que son y no pueden acelerarse, por mucho que la situación general de crisis económica así lo recomiende. Antes de su investidura, estaría fuera de lugar que Rajoy realizara determinadas acciones que, en puridad, deben llevarse a cabo una vez constituido el nuevo Gabinete. No obstante, la iniciativa de esta semana, ante los máximos dirigentes de UGT, CC.OO. y CEOE así como la reunión con los responsables autonómicos populares, debe servir para frenar ansiedades y poner de relieve que el nuevo equipo de Rajoy está plenamente dedicado a llevar a cabo un aterrizaje seguro y tranquilo en las nuevas responsabilidades. Los tiempos de la política, a pesar de las turbulencias de los mercados, exigen un paso detrás de otro y evitar confundir la agilidad con el apresuramiento.
Editorial, LA VANGUARDIA, 2/12/11