Alberto Ayala, EL CORREO, 27/3/12
La impugnación de las elecciones al ABB vuelve a debilitar la imagen democrática del PNV alavés
De nuevo bronca interna. De nuevo denuncias de presuntas irregularidades. De nuevo el PNV alavés en el epicentro de la tormenta política.
Las elecciones al Araba buru batzar (ABB), que culminaron el sábado con la designación de Xabier Agirre como presidente en sustitución del soberanista Iñaki Gerenabarrena y de los otros 14 integrantes de la nueva ejecutiva –de los que, sorpresivamente, 9 son afines al perdedor y solo cinco al vencedor–, han sido impugnadas por los ‘aguirristas’ ante la Comisión nacional de Garantías y Control del partido. Los denunciantes entienden que tres de los 65 apoderados elegidos por las juntas municipales (de Lapuebla de Labarca, Llodio y del batzoki vitoriano de Abendaño) vulneraron el mandato imperativo de sus asambleas de votar en primera vuelta a los hombres de la plancha del ex diputado general. Con ello les privaron de la mayoría absoluta necesaria para acceder al cargo y abrieron la caja de Pandora en las siguientes votaciones que les dejó fuera de la ejecutiva.
El tribunal jeltzale solo parece tener dos opciones. O da por buena la elección, lo que condenaría a Agirre a un complejo mandato al frente de un ABB, de momento, hostil. O atiende la impugnación y obliga a que se repita la elección para elegir a los 14 miembros de la ejecutiva.
No es la primera ocasión en que se denuncian trampas en los comicios internos del PNV alavés, con el consiguiente desgaste de imagen. Ya ocurrió en las elecciones al ABB que tuvieron lugar en 2000. Entonces, el renovador Manu Allende, afín a Imaz y a Urkullu, acudió a la asamblea con una presunta ventaja de tres votos sobre el presidente saliente, el veterano José María Guerenabarrena, curiosamente tío de Iñaki Gerenabarrena. A la hora de la verdad tres apoderados no respetaron el mandato de sus juntas y se produjo un empate. El tribunal nacional forzó la repetición de los comicios y, nueva sorpresa, Guerenabarrena ganó por cinco votos.
Es evidente que cualquier persona que siente violentados sus derechos en un proceso electoral tiene derecho a recurrir. Pero resulta igualmente indudable que lo ocurrido no beneficia precisamente a un partido todavía lastrado por el ‘caso De Miguel’ y que en las últimas generales apenas pudo ser cuarto en Álava, tras Amaiur.
Sobre todo, a un año de las autonómicas en las que el resultado alavés puede ser determinante. No digamos si, además, el tribunal confirma la trampa y ordena repetir los comicios. Urkullu y los suyos no estarán precisamente felices con lo ocurrido el sábado en Vitoria.
Alberto Ayala, EL CORREO, 27/3/12