Santiago González, santiagonzalez.wordpress.com, 2/4/12
La izquierda abertzale prepara una ofensiva contra el Estado, al que acusa de falta de voluntad política para resolver la gran antonomasia. Y advierte de que «la única garantía de que no se repita el conflicto es asumir la hoja de ruta de los mediadores». Ahora, repitan muy despacio, masticando sílaba a sílaba las palabras: «ce-se de-fi-ni-ti-vo ac-ti-vi-dad ar-ma- da», busquen el significado de la voz definitivo en el diccionario que tengan más a mano y discútanlo con su compañero de pupitre.
Se lamentan de que su sufrimiento permanezca «invisible»: «nosotros no tenemos problema en reconocer lo que hemos hecho», dicen, y claro, exigen que su adversario haga lo mismo, entre bomberos no nos pisemos la manguera: «queremos poner al Estado frente al espejo de sus miserias ante la sociedad vasca y la internacional». Una democracia y una banda terrorista, empate moral que al parecer no suscita escándalo ante su mero enunciado. Hay que negociar para que la izquierda abertzale «neutralice las estructuras militares de ETA», y su alter ego, los estados (español y francés) ordenen la salida de las Fuerzas de Seguridad y militares que ambos mantienen en Euskal Herria. Los dos iguales para hoy, ya lo explicó Jon Juaristi mediante una boutade cargada de sentido: «qué desgracia más grande compartimos: a ti te han matado al padre y yo he perdido el bolígrafo». En todo caso, sí hay en su estrategia una equiparación que nos conviene: es gran asunto para nosotros que ETA y sus cómplices nos coloquen, en cuanto a sus exigencias, en pie de igualdad con el Gobierno francés.
No tienen problema en reconocer sus actos, pero no lo han hecho, de ahí que 300 de sus asesinatos estén sin esclarecer, aunque eso parece una dificultad tan grande que el mismísimo ministro del Interior lo da por tarea casi imposible: se hará lo que se pueda, pero «hay que tener en cuenta que la gran mayoría de los hechos se cometieron hace 25 ó 30 años con lo que se hace muy difícil su esclarecimiento».
Mientras, el ministro mantiene una explicación alternativa. El terrorismo está derrotado y «ante esta derrota, veo difícil que ETA vuelva a atentar, porque también su propia masa social le está pidiendo que se disuelva» (sic), ha declarado este fin de semana. «¿Te ha picado alguna vez una abeja muerta?», preguntaba Walter Brennan a Bogart en Tener y no tener. «¿Una abeja muerta? Eso no puede ser», respondía éste. «Claro que puede ser. Hay que tener mucho cuidado con las abejas muertas. Si las pisas con los pies descalzos pueden picar tan fuerte como cuando están vivas, sobre todo si estaban enfadadas cuando las mataron».
Un toro ya muerto le partió el corazón al Yiyo en la plaza de Colmenar Viejo, el 30 de agosto de 1985, pero nuestro ministro del Interior no concibe que una banda terrorista a la que considera derrotada, tenga más peligro que una abeja sin nombre o el toro Burlero. Así está el tema. Si se pudiera hacer una sugerencia al ministro Fernández, le diría que no se lo tome a pecho, que espere a la respuesta de Sarkozy y después repita sus mismas palabras, convenientemente traducidas.
Santiago González, santiagonzalez.wordpress.com, 2/4/12