Editorial, LIBERTAD DIGITAL, 27/6/12
Es perfectamente lógico que los políticos de ETA critiquen la detención de los pistoleros de su brazo armado por «ir en dirección contraria a la resolución del conflicto». Lo que no debería ser tan lógico son los «pasos» del Gobierno que elogia el PNV.
Es perfectamente lógico que los representantes de Amaiur -léase Sortu, Bildu o cualquier otras siglas pasadas, presentes o futuras del brazo político de ETA- no acudan a los homenajes en memoria de las víctimas del terrorismo, o que sus portavoces critiquen la detención de pistoleros de su brazo armado, como la que se acaba de producir en Francia, asegurando que dichos arrestos «van en la dirección contraria a la resolución del conflicto«, según ha declarado el proetarra Xabier Mikel Errekondo.
Lo que no es nada lógico, sino un denunciable acto de hipocresía, es que la clase política española organice actos de homenaje a las víctimas del terrorismo, como el que se organizará este miércoles en el Congreso, cuando, con la excepción de UPyD, acaba de aplaudir, silenciar o lamentar de forma farisea el más reciente ultraje a las víctimas del terrorismo que constituye la «sentencia» a favor de los proetarras de Sortu que acaba de dictar nuestro politizado Tribunal Constitucional.
Lo que tampoco es nada lógico, sino desgraciadamente muy significativo de lo desnortado que está el Ejecutivo de Mariano Rajoy, son los elogios que le ha dirigido a su Gobierno y al PP el presidente de un partido abiertamente secesionista y firmante con ETA del soberanista Pacto de Estella, como es el PNV. Aunque, tras su entrevista con Rajoy, Iñigo Urkullu haya dicho que debe haber «más gestos» por parte del Gobierno, también ha considerado que «el Gobierno y el PP están superando discursos que han tenido en el pasado» y que «el Gobierno está dando pasos y es consciente de la realidad y de que estamos en un escenario diferente» tras el punto de inflexión que, a su juicio, supuso el comunicado etarra del 20 de octubre de 2011.
Urkullu ha agradecido que Rajoy «sea conciente de todo esto y vaya dando pasos» para lograr el «final definitivo de la violencia», pero reclamó que no se pare para que el proceso no corra riesgo de detenerse y volver atrás. En particular, Urkullu ha ensalzado algunos «pasos» como el plan de reinserción para presos de ETA o el rechazo del PP a iniciar los trámites para la ilegalización de Amaiur, aunque ha insistido en que son necesarios más gestos.
Es lógico que un partido como el PNV celebre estos «pasos» del Gobierno tanto como que los considere insuficientes. Lo que no es nada lógico es que un partido como el PP, que llevaba a gala la defensa de la Ley de Partidos, o el compromiso del cumplimiento íntegro de las penas para el terrorismo, no haya hecho nada, efectivamente, para instar la ilegalización de Amaiur o se haya limitado a mostrar un leve desagrado ante la bochornosa «sentencia» favorable de Sortu. Eso, sin olvidar una irreconocible política penitenciaria en la que prima, efectivamente, el acercamiento de presos y la búsqueda de la «reinserción» de los presos. También es lamentable que desde el PP, su responsable de Justicia, Iñaki Oyarzábal, se apunte a los números circenses y propagandísticos de ETA, como sería su anuncio de disolución, cuando el deber de cualquier gobernante no es pedir a los terroristas que se «disuelvan», sino desarticular su organización mediante la detención de todos sus miembros.
En este sentido, no podemos dejar de aplaudir al Gobierno de Rajoy por que la Policía española haya colaborado con la francesa en la detención de los etarras Errazquín Tellería y Oses Carrasco producida en el país vecino. Ese es el camino. Pero, tal y como apuntaba el dirigente nacionalista vasco, debemos admitir que el comunicado de ETA de octubre de 2011 produjo, efectivamente, un punto de inflexión, sólo que en el PP. En su valoración a este comunicado, Rajoy negó las concesiones políticas que se habían hecho a la banda tanto como ocultó los términos chantajistas con los que los terroristas condicionaban su cese definitivo de la violencia o los elogios que brindaron a su historial criminal; todo para limitarse a calificar de buena noticia que el cese de la violencia anunciado por los pistoleros pasara a ser calificado por ellos de permanente a definitivo.
En términos muy similares a los empleados este martes por el presidente del PNV, la propia ETA elogió enGara al entonces candidato popular afirmando literalmente que «es verdad que esa reacción (de Rajoy) rompe con el discurso negativo, agresivo y sinsentido de hasta ahora. Ante esta coyuntura histórica, quien tiene muchas posibilidades de ser presidente de España debe actuar con responsabilidad, y es de suponer que Rajoy lo ha entendido así».
Por criticable que nos pareciese aquella reacción de Rajoy, y por criticables que fueran los «pasos» que efectivamente presagiaban, es evidente que una persona como el presidente del Gobierno y un partido como el PP tampoco van a lograr contentar a quienes, como los etarras y sus voceros, no se van a contentar. Lo que sí puede, tal y como han hecho sus antecesores, y aun sin llegar a los infames extremos de la etapa de Zapatero, es debilitar gravísimamente a nuestro Estado de Derecho en favor de una organización terrorista que durante décadas ha intercalado ceses temporales y tácticos de la violencia a favor de unos objetivos totalitarios y secesionistas a los que jamás ha renunciado.
Editorial, LIBERTAD DIGITAL, 27/6/12