Leo libros de memorias de políticos por saber si hay o hubo algo más detrás de una vida de bullshit. Así leí tantos y tantos de la excelsa colección Espejo de España, el periodismo imposible de la dictadura, obra y honra de Rafael Borrás, el editor que más ha hecho por la verdad en España. Para hablar de sus Memorias (Planeta, 2012) estuvo el otro día el ex presidente Aznar donde Herrera. A veces, en esa tertulia nos dejan levantar la mano y pude preguntarle a Aznar si la historia del sacrificio de Vidal-Quadras en la pira del acuerdo con Pujol era cierta. Con un tono de cierta arrogancia empezó a contestarme.
– Basta conocerme a mí un poco para saber que esta historia es imposible…
Así que cuando acabé la tertulia me fui hasta el libro. Disfruto mucho de la arrogancia cuando tiene base empírica. En el libro hay esto:
«Y en Cataluña habíamos sobrevivido durante años como un partido prácticamente cautivo. Nosotros queríamos que el Partido Popular de Cataluña tuviera una posición clara, con capacidad de maniobra y de decisión, y que no fuera un mero satélite de CiU. Con ese objetivo promoví a Alejo Vidal-Quadras a la dirección del PP catalán. Aquella decisión tuvo que vencer no pocas reticencias y resistencias internas, pero cumplió su objetivo. Tiempo después, Alejo dejó la dirección del partido en Cataluña y se incorporó a la Faes como coordinador general. Luego también formó parte de las listas al Parlamento Europeo, del que es vicepresidente desde junio de 1999. Ninguna persona ajena al partido influyó sobre estas decisiones, que impulsé siempre con el respaldo de la mayoría de nuestros compañeros de Cataluña».
Esto es nada. Declaraciones, bullshit, y de paso una fuerte autopalmada en la espalda. Lo que Jordi Pujol había escrito un año antes en sus Memorias (Destino, 2012) exigía otra respuesta:
«Aznar, hombre de palabra, cumplió los compromisos del pacto y creó las condiciones para que las relaciones con el PP de Cataluña fueran más cordiales y de mejor colaboración. Pudimos pasar de la actitud agresiva de Aleix Vidal-Quadras, su líder en Cataluña durante los últimos años, a la de Josep Piqué y Francesc Vendrell».
Del tercer hombre de la historia no había un texto concreto. Sólo declaraciones desperdigadas. Le llamé y le pedí que escribiera para la ocasión. Quiso cobrar, y además en nombre de Cataluña y el ser catalán. Pero permanecí inflexible. De madrugada me envió unas notas, en interesante tercera persona.
«A partir de las legislativas de 1996, Vidal-Quadras nota un cambio de actitud por parte de la cúpula del PP, Aznar, Rato, Arenas, Rajoy… De las ovaciones, las palmadas en la espalda y las suculentas promesas de ministerios se entra en un clima frío de miradas esquivas y saludos estrictamente corteses. Durante las Fallas de 1996, poco después de las elecciones, Aznar se traslada a Valencia. Apagado el ruido de la pólvora, Aznar llama a Vidal-Quadras a un lujoso salón del Ayuntamiento y ruega que les dejen solos. Allí le comunica a su hombre en Cataluña que Pujol le ha pedido su cabeza y que él se la ha negado. A continuación le hace ver la dificultad de la coyuntura y le recomienda que baje temporalmente el diapasón del enfrentamiento hasta que las cosas se estabilicen. Con posterioridad a esta conversación, pocos días antes de la célebre cena del Majestic, se reúne el comité ejecutivo del PP. A su término, Aznar convoca a Vidal-Quadras a su despacho y le comunica que en breve se reunirá con Pujol y la cúpula de CiU para intentar cerrar un acuerdo. Vidal-Quadras, que en todos los desplazamientos de Aznar a Cataluña le recibe en el aeropuerto y le acompaña en sus encuentros con las fuerzas vivas catalanas, le pregunta si le necesita para algo. Aznar le contesta que no, que ya está todo organizado y que muchas gracias. Vidal-Quadras siente en su cuello el gélido contacto de la guadaña y adquiere la convicción de que su sentencia está ya firmada. Tal como actúan los caballeros en estas circunstancias, le desea suerte a su jefe y se despide cortésmente. Una vez firmado el pacto entre PP y CiU, Vidal-Quadras observa que se levanta a su alrededor un espeso muro de silencio. Aznar no vuelve a hablarle y se acerca peligrosamente la fecha del congreso del PP de Cataluña, previsto para septiembre de 1996. En julio, Vidal-Quadras decide imitar la salida de Nijinsky en El Espectro de la Rosa y pronuncia su provocativa conferencia sobre los nacionalismos. Se forma el correspondiente escándalo y corren ríos de tinta. Vidal-Quadras pide reunirse con Aznar y éste se niega. Acebes, a la sazón coordinador general del PP, le llama a Madrid y le pide en nombre de Aznar que renuncie a la presidencia del PP catalán. Jaime Mayor apela a su patriotismo: Aznar se encuentra políticamente muy débil, España ha de entrar en el euro, hay poco tiempo para prepararse y si Vidal-Quadras se presenta al congreso del PP y lo gana, Aznar se verá obligado a montar una gestora anulando el congreso, lo que le desprestigiará a unos niveles que no podrá sobrellevar y el país entrará en el caos. Al final, Vidal-Quadras cede y accede».
Ésta es la prosa que piden los lectores de memorias. Facts y detalles. Basta conocerme a mí un poco. Cualquiera que le conozca sabe que Aznar no sólo acabó con un determinado discurso ante el nacionalismo. Eso es vistoso, y ha tenido profundas consecuencias en el devenir de las cosas en Cataluña; pero es incluso secundario. Aznar acabó con un líder. Algo difícil de cultivar, valiosísimo. El único líder que ha tenido el PP en Cataluña. Pero, sobre todo, alguien que estaba y sigue estando por encima de la mayoría de líderes del PP.
Sigue con salud
A.