Víctimas de ETA piden que los crímenes no puedan prescribir por ser de lesa humanidad

ABC 31/12/12

La viuda de un asesinado por la banda presenta una iniciativa en la Cámara vasca.

Un ADN casi idéntico La actividad terrorista de ETA comparte siete de las once características que describen los delitos contra la humanidad El «pecado» de ser español Todas las víctimas de los terroristas tienen un rasgo en común: son españoles.

Ciudadanos secuestrados, interrogados bajo tortura y ejecutados; desaparecidos; decenas de miles de deportados por la fuerza; amenazados; perseguidos… Todo ello, además de 857 inocentes asesinados; miles de heridos, algunos mutilados; un número similar de personas con secuelas psicológicas… La descripción no corresponde a la matanza de Srebrenica, en 1995. No. Es el paisaje con sangre sobre fondo negro que ha dibujado ETA durante medio siglo de limpieza étnica. El colectivo de víctimas del terrorismo del País Vasco (Covite) no quiere que se pase página y ha presentado una iniciativa para que el Parlamento de Vitoria condene los atentados de ETA como crímenes contra la humanidad y, por tanto, no prescriban. Una batalla iniciada por el abogado Miguel Ángel Rodríguez, experto en Derecho Internacional, que asiste a Ramona Garrido, viuda de José María Latiegui, cuyo asesinato ha prescrito.

La actividad terrorista de ETA ha incurrido hasta en siete de las once características que describen los crímenes contra la humanidad. Todos sus atentados se han perpetrado mucho después, por ejemplo, de la firma, en 1945, del Estatuto de Londres, que tipifica estos crímenes. Desaparecería el problema de la retroactividad al aplicar este texto a ETA y se tumbaría la falacia del «conflicto» en el País Vasco y Navarra.

Según los convenios internacionales firmados por España, son crímenes contra la humanidad cualquiera de los actos que se describen a continuación cuando se cometen como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil.

Asesinato. Hombres, mujeres y niños, sin distinción

ETA ha acabado con la vida de 857 personas bajo un denominador común: los consideraba «españoles». ETA ha excluido, por tanto, a los nacionalistas. De ahí que haya cometido atentados en la dictadura franquista y en democracia. Además de las Fuerzas de Seguridad y del Ejército, entre sus víctimas se han acumulado hombres (también ancianos y jubilados), mujeres (incluso embarazadas) y niños, expresamente buscados en atentados contra casas cuartel. Empresarios y trabajadores. Políticos y sindicalistas. Funcionarios de prisiones, jueces, fiscales, periodistas, peluqueros, taxistas, cocineros, médicos… Todos «españoles», según la «lista de Schindler» confeccionada por ETA.

Deportación forzosa. Huir del «impuesto revolucionario»

ETA ha forzado a cerca de 200.000 vascos y navarros no nacionalistas a abandonar su tierra por amenazas directas u otras coacciones. Podría suponer hasta el 10 por ciento del censo electoral vasco. Un éxodo de proporciones bíblicas que ya tiene reconocimiento oficial. Ello, después de que el Gobierno haya impulsado un proyecto para reformar la ley electoral y permitir votar a los exiliados que sufrieron el hostigamiento de ETA. Cada uno de estos desplazados tienen nombre y apellidos y han sufrido, sufren, su drama familiar. Uno de ellos es Juan Antonio Arruabarrena, que en 1993 trasladó su empresa familiar a Zaragoza tras las llamadas y cartas en las que ETA le exigía el «impuesto revolucionario».

Encarcelación. Ángel Berazadi estuvo metido en un saco

ETA ha secuestrado a medio centenar de empresarios, sus esposas, hijos y hasta nietos. Algunos fueron asesinados porque sus familiares no pudieron abonar el rescate exigido, caso de Ángel Berazadi, que pasó el cautiverio metido en un saco, o Javier Ybarra. Pero especialmente infrahumana fue la situación padecida por los rehenes cuyo secuestro no tenía móvil económico. El ingeniero José María Ryan o Miguel Ángel Blanco fueron torturados antes de recibir el tiro en la nuca. A José Antonio Ortega Lara lo abandonaron para que muriera por inanición.

Tortura. Atados y con los dedos mutilados

ETA ha secuestrado e interrogado bajo tortura a personas para después proceder a su «ejecución extrajudicial». El 30 de marzo de 1982, sobre las cuatro de la tarde, secuestró al doctor Ramiro Carasa. A las diez de la noche, un comunicante que dijo hablar en nombre de ETA llamó a «Egin» para informar de la localización del cadáver, anunciando que el doctor «ha sido ejecutado después de interrogarle». Una hora después fue hallado el cuerpo, con las manos atadas a la espalda, un tiro en la sien y signos de tortura. Ha habido otros muchos casos. Por ejemplo, los policías Jesús María González y José Luis Martínez, secuestrados el 4 de abril de 1976 en Hendaya. Un año después aparecieron sus cadáveres. Estaban atados de pies y manos, con los dedos mutilados y un tiro en la nuca.

Persecución. Atacado por ser «constitucionalista»

Este tipo de hostigamiento constituye crimen de lesa humanidad cuando se ejerce contra una colectividad con identidad propia. En el caso de ETA, su terrorismo ha ido contra quienes se sienten españoles. La librería «Lagun», en el casco viejo de San Sebastián, fue atacada en diversas ocasiones porque quienes la regentaban eran declarados constitucionalistas. En 1996 los euskonazis irrumpieron en el establecimiento, sacaron los libros y les prendieron fuego. En 1987, el pueblo batasuno de Lezo, con su alcalde a la cabeza, emprendió una campaña de linchamiento contra sus vecinas Josefa y Mariví (ninguna nacida en el País Vasco) en un intento de desterrarlas. Ambas se habían topado en el portal de su casa con los pistoleros del «comando Aitzkera», luego detenidos. ETA atribuyó la caída a las dos mujeres. Las movilizaciones para echarlas del municipio iban encabezadas por un vehículo de la Policía Municipal que lanzaba consignas y amenazas por megafonía.

Desapariciones forzadas. Tres jóvenes gallegos siguen sin aparecer

El 24 de marzo de 1973 los jóvenes gallegos José Humberto Fonz, Jorge Juan García y Fernando Quiroga cruzaron la frontera con Francia para ver una película prohibida entonces en España. Fueron secuestrados por unos etarras que los confundieron con policías. Trasladados a una granja, fueron interrogados y torturados hasta la muerte. Sus cadáveres siguen sin aparecer.

Se consideran crímenes contra la humanidad los actos que causan intencionadamente grandes sufrimientos o atentan gravemente contra la integridad física o salud mental. ¿Cuantos ciudadanos han sufrido secuelas psicológicas por el terrorismo de ETA?

ABC 31/12/12