Diez por ciento

IGNACIO CAMACHO, ABC 10/01/13

Mal momento este de la crecida soberanista para quedar retratados como trincones. Y con mordidas de talla XL.

Siempre quedó flotando la sospecha de que Pasqual Maragall, en su célebre denuncia del tres por ciento, se había quedado corto. No sólo por la rapidez con que retiró la acusación cuando un indignado Artur Mas, entonces líder de la minoría, le amenazó con cargarse aquel malhadado Estatuto origen de casi todos los presentes males, sino por haber calculado con benévola generosidad el porcentaje de la mordida nacionalista. Hoy sabemos por el caso Pallerols que las comisiones irregulares alcanzaban un diez por ciento de las contratas, aunque falta por determinar qué parte de la tarifa era para los extorsionadores y cuánto le correspondía al partido, esa UDC liderada por quien hasta hace poco podía presumir de ser el político mejor valorado —en estima, no en precio— de España.

Si Unió Democratica de Catalunya ha afrontado la culpa tirando de chequera para asumir responsabilidades no es tanto, o no solamente, por evitarles la cárcel a sus militantes corruptos como para eludir el paseíllo mediático de sus dirigentes en un juicio que de todos modos iba a terminar en condena. La intolerable dilación habitual de los trámites judiciales había situado la vista en un momento de especial delicadeza para quedar como trincones. Qué inoportunidad: la nomenclatura del régimen desfilando, con el exfuturo ministro Duran Lleida al frente, para testificar en el enojoso sumario de una mangancia manifiesta. Preguntas incómodas, respuestas embarazosas, evidencias sonrojantes. Mejor pagar —con dinero procedente en parte de la financiación oficial, es decir, sufragada por los ciudadanos, a los partidos políticos— y más vale una vez colorados que ciento amarillos y un mal acuerdo que un buen pleito.

Alguien tendría que procurar que de estas cosas no se entere Frau Merkel. Porque además de la dudosa reputación que proporciona el tejemaneje delictivo sucede que el dinero desviado procedía de fondos europeos. Y esta clase de fullerías a los puritanos de las cuentas los ponen de muy mala leche. Es la imagen española la que queda en entredicho, por más que el nacionalismo ande emperrado en la cuita de la autodeterminación; a ver quién les cuenta a los ceñudos vigilantes de la ortodoxia fiscal que esto era la basura del oasis catalán. Entre otras razones porque con la Gürtel, los EREs andaluces, el caso Campeón y demás pringues autonómicas y municipales nadie está por estos pagos en condiciones de presumir de nada.

De lo que sí puede blasonar UDC es de haber elevado de forma notoria la proporción del peaje. En materia de corrupción lo reprobable es su propia existencia; se trata de una degradación moral cualitativa que toma cuerpo a partir de la primera milésima de fraude. Pero una cuota del diez por ciento ya entra en escala de exacción mayor, abusiva, especulativa casi. Talla XL. A estos ciudadanos tan ejemplares les gustaba, no cabe duda, pensar a lo grande.

IGNACIO CAMACHO, ABC 10/01/13