Nada más alejado de la actuación histórica de José Antonio Aguirre que el plan de acción dibujado por Ibarretxe. El primer lehendakari no se planteó un pulso con las instituciones republicanas por el Estatuto de Estella.
Ha sido una lástima que la fecha en la que se cumplían cien años del nacimiento de José Antonio Aguirre haya coincidido en plena contienda electoral porque lo que podía haber sido una conmemoración institucional ha quedado convertida en un acto más de la campaña de un partido, el PNV.
En ese acto se apreciaron matices bien diferenciados. José Antonio Ardanza, significativamente, puso el acento en la capacidad de Aguirre de buscar entendimientos plurales y en el respeto hasta el final de la legalidad. En cambio su sucesor, Juan José Ibarretxe, aprovechó su intervención para llevar el agua al molino de su plan y tratar de establecer paralelismos entre el comportamiento de Aguirre y su propia actuación en el momento actual. Invocando la memoria del primer presidente de la autonomía vasca, Ibarretxe se presentó como víctima de la incomprensión ajena y se comprometió a seguir adelante con su plan, a llevarlo a Madrid y a convocar una consulta, desafiando a quienes se oponen a su proyecto.
Nada más alejado de la actuación histórica de José Antonio Aguirre que el plan de acción dibujado por Ibarretxe. El primer lehendakari no se planteó un pulso con las instituciones republicanas cuando éstas rechazaron el proyecto de Estatuto de Estella que el PNV había pactado con las fuerzas antisistema de la época, representadas por el tradicionalismo. Todo lo contrario. Aguirre rectificó la estrategia de su partido: renunció a aquel proyecto estatutario, rompió con aquellos aliados y buscó un consenso posibilista con el PSOE de Indalecio Prieto que hizo posible la aprobación de la primera autonomía vasca basada en el acatamiento de la legalidad republicana.
En el centenario del nacimiento de José Antonio Aguirre, no estaría de más que el actual lehendakari evitara reincidir en lo que el historiador José Luis de la Granja ha llamado «el error de Estella». Una lectura del último libro de este autor, ‘El Siglo de Euskadi’, le aportaría la perspectiva histórica de la que tan escasos andan muchos dirigentes nacionalistas.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 8/3/2004