Respuesta de Rajoy a Arturo Mas

LUIS MARÍA ANSON, EL MUNDO 15/08/13

· La política es una larga paciencia, un largo, largo saber esperar. Hay que negociar hasta la extenuación. Mariano Rajoy ha distinguido a Arturo Mas con el desdén. No era ese el camino. La situación ahora planteada se podría haber evitado, tal vez, desde la flexibilidad y el buen sentido.

Pero estamos donde estamos. A diferencia de la época dorada de la gestión Pujol, no se trata de una finta. Arturo Mas es una marioneta de Junqueras. El desafío va en serio. Y en serio hay que hacerle frente. La carta de Arturo Mas al presidente del Gobierno solo tiene una respuesta: negociación y Constitución. Rajoy, aunque se le suba la sangre a las terrazas, está en la obligación política de negociar sin regatear esfuerzos. También de mantenerse firme en el respeto a la Constitución.

En la Monarquía de todos, al señor Mas y a sus cómplices les asiste el derecho a luchar por la secesión de Cataluña. Y también la obligación de respetar la Constitución, aprobada, por cierto, por una abrumadora mayoría de los catalanes hace solo 35 años. Si Arturo Mas, marioneta de Junqueras, actúa dentro de las exigencias constitucionales, nada hay que objetar a sus propósitos secesionistas, aunque en ellos anide el desquite de su fracaso electoral.

La pretensión soberanista del presidente de la Generalidad exige la reforma de varios Títulos de la Constitución y de una parte considerable de su articulado. Esa reforma es la que Arturo Mas tiene que llevar, como hizo el señor Ibarreche, al Congreso de los Diputados para su correspondiente debate. Conforme al artículo 168 de la Constitución, la aprobación de la pretensión de Mas requiere una mayoría cualificada: los dos tercios de la Cámara, es decir, 234 diputados.

Vamos a suponer que Arturo Mas, con su insolente desfachatez, y Oriol Junqueras, con su carita de cura preconciliar, deslumbran al Congreso y consiguen que los dos tercios de los diputados, rendidos al hechizo y a la sabiduría de ambos líderes, aprueben dócilmente la reforma que solicitan. A continuación, el texto deberá pasar al Senado, que precisa también de los dos tercios de sus miembros para confirmarlo. El artículo 168 de la Constitución exige que, de forma inmediata, se disuelvan las Cortes Generales y se proceda a convocar elecciones legislativas. El nuevo Congreso deberá aprobar por dos tercios de sus miembros y el nuevo Senado por la misma proporción la reforma propuesta por Junqueras y por Mas, su marioneta, tan sota, por cierto, tan áspera, tan seca. Y a continuación, referéndum nacional con participación de todos los españoles, libres e iguales ante la ley, pues la escisión de una parte del territorio nacional corresponde decidirla al entero pueblo de España.

Se dirá por algunos que los obstáculos constitucionales para que se apruebe la separación de una Autonomía del resto de la nación son difícilmente salvables. Pues claro. Tras 500 años de Historia unida no se puede dejar a la veleidad de una generación, sin las debidas cautelas, la fragmentación de la patria común. Acertaron los constituyentes. El sufragio universal de los siglos también cuenta. No existe el derecho a decidir sobre una parte del territorio nacional, sustrayendo esa decisión a la voluntad de todos los españoles. ¿Dónde empieza y dónde termina el derecho a decidir? ¿Tienen derecho los alaveses a decidir que su provincia no forma parte del País Vasco? ¿Tienen derecho los tarraconenses a decidir la escisión de Tarragona del resto de Cataluña? ¿Tienen derecho los cartageneros a decidir que Cartagena se convierta en un Estado independiente como Austria o Suecia? ¿Tienen derecho los gaditanos a decidir que Cádiz no pertenece a Andalucía, al-Ándalus norte, sino que forma parte de al-Ándalus sur, integrándose en Marruecos?

En mi opinión, la respuesta de Mariano Rajoy a Arturo Mas no puede ser más fácil. Tras reafirmarle su voluntad de negociar con él hasta derrengarse, debe enviarle el Título X de la Constitución, subrayándole el artículo 168. Ni Mariano Rajoy puede desviarse un ápice del espíritu y la letra de ese artículo ni el conjunto del pueblo español toleraría que se pisotee la Constitución y se descorche su articulado para brindar con cava sobre la desmemoria de la nación.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.

LUIS MARÍA ANSON, EL MUNDO 15/08/13